Un oficio que urge rescatar

Si por un minuto nos detenemos a escuchar a la inmensa mayoría de la población, de seguro el tema que más se escucha es la imperiosa necesidad de buscar alternativas para la cocción de alimentos. Sí, es cierto que los molestos apagones perturban, y en medio de la creciente escasez de combustible, el gas que no llega a todos y la necesidad de tener el alimento diario, urge buscar alternativas para cocinar. Por eso retomo las fotos que hace solo unos días compartió un amigo, todo un hombre multifacético que bien sabe que son tiempos difíciles, y como es un hombre que ante todo, asegura que por duros que azoten los vientos no nos podemos rendir, por eso no dudó de echar mano al marabú de su finca y convertirlo en carbón. Detrás de su labor no solo hay gran esfuerzo físico para derribar la planta de consistente madera que requiere esfuerzo de más, también están las molestas espinas que entorpecen la labor de los hombres y qué decir del traslado o hasta la búsqueda de el lugar idóneo para quemar el horno, entre humo, largas jornadas de desvelo. Es este un trabajo de titanes, una faena que requiere constancia. Y como el buen productor se forja a prueba de perseverancia y amor por su trabajo, no puedo hacer más que felicitar a aquellos que como mi buen amigo no se detienen a pesar de los contratiempos o los altibajos de la vida, porque su meta son las estrellas, esas que de seguro lo iluminan cada noche al calor de un prometedor oficio. Duro sí,  así es la vida del carbonero, pero que mayor satisfacción que ser útil.