Y seguimos, Fidel

Los villaclareños mantenemos motivos para continuar homenajeando al Fidel.

Fidel Castro cumplió 90 años este sábado. Podríamos llenar cuartillas, a manera de oda poética, y siempre quedaría algo por decir.

Mas, en otro año de su vida yo diría que hemos vivido emociones inolvidables a su lado. Evocar los grandes momentos de la historia de este país, en los últimos 60 años, nos remitiría, en referencia obligada, a él.

Así ocurre en Villa Clara, que desde estas fechas comienza una jornada de rememoración por el 20 aniversario del discurso del líder de la Revolución cubana en la Plaza Ernesto Guevara, el 30 de septiembre de 1996.

Aquel día pasó a la historia, por concentrar tantos villaclareños ávidos de escuchar las reflexiones del Comandante en Jefe. Se transformó en día que avala compromisos.

Y es así desde mucho antes. Porque hay hombres que se adjudicaron el derecho a no descansar en paz mientras otros fueran infelices, que escrito así parece pura poesía, pero que en esencia significa una vida entera de lucha.

Se trata de una agudeza sin límites. Son hombres que no pudieron quedarse callados ante la injusticia, y cuando las palabras sobraron, arriesgaron comodidades, seguridad hasta la vida.

Esos imprescindibles, como los llamó Brecht, no esperan premios, ni honores, ni devoción eterna de sus semejantes, ni prebendas, ni monumentos, ni siquiera luchan para que al final les den las gracias.

Y en nuestro presente de nacimientos, donde la gratitud se hace valedera, llegó Fidel Castro a los 90 años. De prestigio pleno y luchador incansable, siempre como guía que acompaña, enseña y espera respuestas de nosotros.

Es el heroísmo reflexivo, sometido a pruebas durante mucho tiempo. Ese que hace milagros de convertir lo aparentemente inalcanzable en logro salvador; de tocar y reverenciar, de descifrar y habitar, como decía José Lezama Lima.

Fidel Castro cumplió 90 años y los villaclareños seguiremos con la estirpe de su figura porque él es de esos hombres que nació con la frente iluminada y el destino escrito en la plama de la mano.