sábado, 27 abril 2024

Roberto Sánchez Ferrer, gloria del mundo sinfónico de la Isla

El destacado creador mereció ayer el Premio Nacional de Música 2023.

A los 96 años de edad, el maestro Roberto Sánchez Ferrer (La Habana, 1927) continúa siendo una figura destacada en el ámbito musical cubano, especialmente en el mundo sinfónico de la Isla, a pesar de estar ya jubilado. Su valía, humildad y modestia acaba de ser reconocida por el Instituto Cubano de la Música (ICM), que a nombre de un prestigioso jurado presidido por el tresero Pancho Amat, e integrado además por Guido López Gavilán, Beatriz Márquez, Élsida González y Guille Vilar, le otorgó –este viernes– el Premio Nacional de Música 2023.

En amena conversación telefónica, Ferrer confesó su alegría por recibir tan alto reconocimiento, al que ya había estado nominado en varias ocasiones. «Claro que estoy feliz –dijo–, y lo agradezco mucho». A la pregunta de si valió la pena esperar, su respuesta fue rápida y sincera. «Esa es una pregunta difícil de contestar cuando sabes que, como yo, hay otros músicos que poseen muchos méritos en este país de grandes exponentes de la música cubana y universal».

Natural de La Víbora, convencido de que nació y morirá en su Patria, a la que siempre regresó luego de viajar por el mundo, Ferrer fue el director musical de la primera ópera completa producida y transmitida por la televisión nacional: La Bohème, en 1955 –detonante para el inicio de su fructífero camino en el mundo de la ópera–, y del Conjunto de Danza Moderna de Cuba (1961). Dirigió, además, la Ópera Nacional de Cuba (1976–1978) y la emblemática puesta de Cecilia Valdés, en versión de Juan Rodolfo Amán, con rotundo éxito en diversos escenarios latinoamericanos a finales de la década de 1980, entre otros de sus méritos en la historia de la música cubana.

«Trabajo todos los días», explicó, y contó que su sueño es estrenar con la Orquesta del Teatro Lírico Nacional, bajo la dirección de Yhovany Duarte, su última ópera, que es un tríptico de minióperas de cámara. Todavía se recuerda en Cuba el estreno, en los años 80, de su ópera Ecue-Yamba-O, escrita a partir de la novela homónima de Alejo Carpentier, en la voz de la soprano María Eugenia Barrios.

Saxofonista y clarinetista, amigo personal de Arturo (Chico) O’ Farrill, a quien considera un hermano, que le aconsejó de joven, si quería llegar a ser un gran músico, que debía estudiar mucho  (por lo que inició sus estudios en el Instituto Edison y el Conservatorio Levy);  de los maestros Roig, Prats, Lecuona, Enrique Bellver y Félix Guerrero, y luego de haber pasado por orquestas como la Hermanos Castro o la Riverside, comprendió que su verdadero camino estaba en la música de concierto, a la que asegura haberle dedicado prácticamente toda su vida.

El maestro Roberto Sánchez Ferrer sigue sin perder su ímpetu creador. Nunca dio clases porque nunca, refirió, se consideró con la capacidad suficiente para ello. Sin embargo, asegura que todo aquel estudiante que le toque a su puerta, buscando un consejo o ayuda, con toda seguridad la encontrará abierta.


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