Un león con cuchilla en mano
Santiago Pérez León es uno de los tantos afincados en la vega de tabaco como otro de los dominios del manicaragüense. En esa cultura tabacalera distinguen varias ocupaciones relacionadas con la aromática hoja, desde el experto plantador de vega hasta el torcedor de los puros.
En esa mixtura, se inscribe Santiago Pérez León, que si bien no siembra una postura desde hace muchos años con su papá allá por María Rodríguez, cerca de Mataguá, no hay planta que se le escape a su chuchilla.
“Cortador de tabaco, eso es lo que me gusta” casi musita Santiago quien ve los cielos abiertos cuando empieza la recolección, “ahí me dan en la vena del gusto”. Quizás escuchar ese sonido cadencioso entre cuchilla y palo, sea la médula del enigma de León, como todos le denominan. León y buen león con la cuchilla en la mano a los 81 años.
“Antes cortaba entre 35 y 40 cujes, ya hoy con más años, ando por los 27 a 30 en la jornada y no es cortar por cortar, no señor” acota sentenciosamente quien siente el placer del diestro con total desprendimiento de sus saberes frente el principiante, “cortar corona con corona, dos juntas, al cuje le caben al pie de 80 horquetas, depende del gordo del palo”.
No hay rastro de lima ni al lado de su jabita de tela con el pomo de agua, ni terciada al cinto. Ante la interrogación casi incompleta, “con la tierra finita y el cuje amuelo la cuchilla que me conoce como yo a ella, con el cortador de tabaco está su hierro, no hay cambio como de camisa hasta tanto le quede vida, de derecha a izquierda, así se hace, la dejo que afeita”.
No hay rastro del cultivo del tabaco que no sepa Santiago, desde pronosticar a ojo buena o mala cosecha en el campo, en la casa de cura, aunque su especialidad sea la de cortador, “lo único que no sé es fumarlo, no, nunca “.
Insatisfecho por los “pocos muchachos nuevos dispuestos a aprender porque sembrar, bueno, eso se hace más fácil y las mujeres se dedican más al ensarte y recogida de la hoja”. Reconoce lo difícil e incómodo que es permanecer doblado casi todo el tiempo, pero no se queja de dolores en la cintura, “uno se espía mucho con los turrones de la calle, eso sí, los pies me sufren un poco más”.
El también veguero por excelencia de tabaco tapado y sol palo, Oneysi Vega, en La Carranchola siempre cuenta en la etapa de recolección con Santiago, jubilado como trabajador de maquinaria, haciendo silos y en otros menesteres de la alimentación del ganado, pero como por herencia, nunca se ha podido desligar del tabaco.
Sin vega propia, no obstante, siempre en tiempo de tabaco mira al cielo y cree en las cabañuelas, un poco engañosas últimamente. Y con mirarlo encorvado o en camino al tendal, sé que difícilmente haya fin para este león con la cuchilla en la mano.
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