Guerreros alados sin consignas
Cuando arribamos a la Unidad Básica de Producción Cooperativa arrocera Parrao, de Encrucijada, la mayor de su tipo en Villa Clara, nos asombra la limpieza y el orden que reina en las áreas de producción.
A la izquierda, nos saluda el canal secundario P8 que corre raudo llevando el agua límpida cargada de oxígeno disuelto hacia los sembradíos, que se descubren con excelente estado vegetativo.
A la derecha del que llaman camino nuevo por el que transitamos, se encuentran los bloques en los que se labora en el alistamiento, pues vencida la primera parte de la tarea: el cumplimiento del plan de siembra de frio, adelante queda lo más difícil, mantener óptimas las plantaciones y consumar un ambicioso plan de siembra de primavera.
Nava nos dice que hoy la unidad se encuentra en condiciones económicas y anímicas de sus trabajadores muy favorables, ya que se logró cumplir con el plan de siembra de frio de 155 hectáreas, del de primavera hay sembradas 400 y 260 están listas para sembrar en estos momentos; otras 300 hectáreas se encuentran en alistamiento. “Está más que claro que no vamos a renunciar a esas 1560 hectáreas y que las vamos a sobrepasar”, afirma.
Nuestro viaje nos conduce a un área que en esos momentos se está plantando, así observamos que como una solución ante el déficit de plaguicidas químicos, momentos antes del esparcimiento se fumiga la semilla con un producto biológico producido en un laboratorio enclavado en el territorio, lo que les ha traído excelentes resultados.
Más adelante, nos llama la atención unas volantas que se encuentran varadas en la entrada de los bloques en los que se labora
Al mediodía, vislumbramos algunos de esos pequeños vehículos conducidos por trabajadores, lo que nos hace recordar las historias de los guerreros alados de la antigüedad, a ellos se suman otros que se trasladan al paso de sus corceles.
A través de su director, José Luis Nava, nos enteramos que meses atrás y como quiera que el combustible era tan poco que apenas alcanzaba para la preparación de tierra, se tomó la decisión de trasladar a los obreros a los campos en volantas y a caballo, pues gran parte de los trabajadores, que son campesinos del cercano batey de “Dos amigos”, poseen bestias.
Sin esa medida de pensamiento colectivo hoy la situación de la Unidad sería desfavorable.
La iniciativa al parecer llegó a Parrao para quedarse, pues es opinión generalizada que si lograron resultados en momentos en que la escasez de combustible tocó fondo, ahora el petróleo que se destinaba al servicio de los anegadores de las fincas, servirá para sembrar más arroz, que es lo que el país necesita.
Antes del regreso volvemos a insistir sobre el cumplimiento del plan de primavera, pues la cifra nos parece demasiado alta para aquel grupo de guerreros alados que hacen de lo extraordinario la cotidianidad de cada día.
Nava lanza una mirada a Pichita, la técnica de producción y a Sixto, el económico y los tres sonríen; pues no somos los únicos que han dudado de sus metas, más sus sonrisas son una respuesta más que suficiente que habla de lo que han planificado, discutido y sacado sus cuentas una y otra vez junto al colectivo de trabajadores y cuyo resultado práctico es que pueden ir por más y que van por más, sin consignas.
Nos despedimos de Parrao y de la emocionante experiencia de compartir un día de nuestras vidas con un colectivo en cuyo argot solo cabe el vocablo compromiso.
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