viernes, 19 abril 2024

La cultura en los barrios, corazón de la Patria

No asombra que cada 20 de octubre, al recordar a Perucho Figueredo escribiendo la letra del Himno Nacional, celebremos también el Día de la Cultura Cubana.

Aún sin saber leer ni escribir, un canto heroico se perpetúa en la memoria de los nacidos en esta Isla. Cada verso es una afirmación de principios, cada estrofa, un llamado a la dignidad patria. Palpita el alma a su ritmo y se enardece el pecho si lo escuchamos en arenas internacionales. Hay en él una valía inconmensurable, lo mismo desde el arte que desde la historia. No asombra, entonces, que cada 20 de octubre, al recordar a Perucho Figueredo escribiendo la letra del Himno Nacional, celebremos también el Día de la Cultura Cubana.

Esa tonada, mambisa como su autor, cubanísima como la adoquinada plaza donde se entonó por primera vez, debería cantarse con más conciencia en estos tiempos álgidos en que nos quieren arrancar de cuajo la soberanía.

Para que la herida sea más honda, quienes atacan hoy a Cuba tienen como blanco el corazón de la Patria: la cultura en los barrios; allí donde ha hecho su nido la simbiosis entre identidad e historia, y se yerguen las raíces de nuestra idiosincrasia, de nuestro sincretismo.

Nos convidan a desentendernos de las esencias que nos definen, de los valores cultivados desde la función social del arte y las políticas culturales de la Revolución Cubana, que siempre ha tenido como premisa enriquecer la espiritualidad del pueblo.

Las comunidades en transformación, los sitios recónditos de nuestra geografía que fueron devastados al paso del huracán Ian, son escenarios ya habituales donde los artistas hacen galas de sus mejores creaciones, donde se funden tradición y cotidianidad.

El desafío al que nos enfrentamos como país es también cultural. En la pluma, la voz, el pincel, las manos, en el talento de nuestros intelectuales y creadores, y del pueblo mismo, está la decisión de olvidar los cimientos de nuestra estirpe, y vivir «en afrenta y oprobio sumido» o seguir edificando, desde el arte y la cultura, una nación más justa, digna y fiel a la que, hace 154 años, comenzaron a forjar los fundadores de la patria cubana.


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