lunes, 29 abril 2024

El Medio Oriente en pie de guerra

El movimiento palestino Hamás, que gobierna la Franja de Gaza, e Israel, han vivido este fin de semana su peor enfrentamiento armado posiblemente desde la Guerra de los Seis Días en 1967, cuando el gobierno sionista expropió la mayor parte del entonces territorio árabe, establecido desde el acuerdo de 1948 y tras el fin del dominio británico de esa región.

Hamás anunció este sábado el inicio de la operación militar “Tormenta de Al-Aqsa”, durante la cual las Brigadas al-Qassam, su brazo armado, han cruzado las líneas de defensa israelíes, conocidas como la Cúpula de Hierro, una de las más potentes del mundo, y atacado aeropuertos y enclaves militares.

Según dijo Mohammed Deif, jefe de dichas Brigadas, hasta el momento han lanzado unos cinco mil proyectiles y el propio líder militar convocó a la resistencia Islámica en países como el Líbano, Siria e Irak a marchar ahora hacia Palestina.

Por su parte, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, declaró el estado de guerra tras el sorpresivo ataque de Hamás, al cual Tel Aviv respondió con una ola de incursiones aéreas contra Gaza.

“Lo que pasó hoy (este sábado 7 de octubre) nunca se ha visto en Israel; tomaremos una poderosa venganza por este día negro”, sentenció Netanyahu.

En medio de la escalada de violencia sin precedentes en los últimos años, hasta este minuto la cifra de fallecidos y heridos de ambas partes varía, pero numerosos medios de prensa coinciden en que los muertos sobrepasan los 300 en cada fila y los heridos el millar, sin contabilizar aun los prisioneros de guerra.

Analicemos entonces el contexto en que se desarrollan los sucesos ¿por qué precisamente se desató el 7 de octubre el ataque palestino?

Este sábado, los judíos celebraban una de sus festividades más reconocidas: el Sucot, momento de reuniones en templos y sinagogas para retomar las tradiciones hebreas, situación en la que, digamos, bajaron la guardia, y la acción árabe no se hizo esperar.

Pero recordemos que eso mismo fue lo que hicieron las tropas israelíes el pasado mes de abril, cuando en pleno Ramadán islámico, su celebración más sagrada en honor al profeta Mahoma, irrumpieron en la Mezquita de Al-Aqsa, tercer santuario religioso del mundo árabe tras La Meca y Medina, y asesinaron e hirieron a centenares de fieles.

En ese momento, las autoridades palestinas declararon el estado de duelo ante la barbarie sionista y advirtieron sobre posibles respuestas de sus fuerzas armadas por dicho suceso, represalia que llegó justo ahora, en una guerra interminable cuyo lema actual parece ser el tristemente célebre “Ojo por ojo y diente por diente”.

El pueblo de Palestina sufre desde hace décadas la limpieza étnica por parte del gobierno de Tel Aviv y la pérdida progresiva de sus tierras, en las que los colonos israelíes han establecido su Estado, reduciéndolos a asentamientos en condiciones de campos de concentración en la Franja de Gaza y Cisjordania y desconociendo su legítimo derecho sobre Jerusalén Oriental.

Y como en el Medio Oriente nunca nada es sencillo y mucho menos carente de ramificaciones que involucren a otros actores, la situación del pueblo palestino vuelve a colocarse como punto de inflexión para la postura internacional y los intereses de las grandes potencias.

Ahora, por un lado varias naciones islámicas que se han convertido en refugio para los más de 200 mil palestinos expulsados de su tierra deben posicionarse, como es habitual, a favor de la lucha de ese pueblo, entre ellas los gobiernos de Damasco, Beirut y Bagdad y por el otro, la OTAN y Estados Unidos continúan su apoyo irrevocable al régimen sionista.

Al respecto, el secretario de Estado de Washington, Antony Blinken, dijo que Israel solicitó asistencia militar adicional y su país está en plena disposición de ofrecérsela.
A ello se le suma el apoyo iraní, nación poderosa y de prestigio dentro de la región y a nivel mundial a la causa palestina, como ejemplo de resistencia de los pueblos árabes ante la injerencia extranjera, lo cual, claro está, le añade más leña al fuego en la batalla particular que libran Teherán y la Casa Blanca por el dominio nuclear.

Frente a este panorama recordemos también algunos datos fundamentales para poder dilucidar los hilos que mueven dicho enfrentamiento en una zona geográfica estratégica, como vía natural entre Europa, África y Asia.

Naciones como China y Rusia, ambas a favor de la soberanía nacional árabe, constituyen socios importantes de varios gobiernos de la región, entre ellos el propio iraní, así como Siria, los Emiratos Árabes Unidos, Egipto y otros con relevancia dentro de la Liga Árabe, dadas sus amplias reservas de recursos naturales y petrolíferos.

Del otro extremo, los sucesivos gobiernos estadounidenses han brindado su ayuda permanente a Tel Aviv, apoyando la creación de un Estado judío dentro del territorio árabe como su punta de lanza para controlar rutas comerciales importantes en la región y establecer enclaves militares desde los que amenazar y atacar a sus enemigos más cercanos en la zona en su propio territorio, sobre todo a partir del avivamiento de conflictos étnicos y religiosos manipulados en su beneficio.
La posición prácticamente unánime de la Liga Árabe en favor de la causa palestina pone en peligro real los intereses europeos y norteamericanos en el Levante mediterráneo y este fallo de la inteligencia israelí ha demostrado que, a pesar de las marcadas diferencias al interior del propio Movimiento Para la Liberación Palestina, encabezadas por Hamás en Gaza y Al-Fatah en Cisjordania, lo palestinos continúan y continuarán resistiendo aun en las peores condiciones.

Ante esta realidad, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas convocó a una sesión extraordinaria a puerta cerrada para “analizar la compleja situación en Medio Oriente”, pero lo más seguro es que nuevamente este organismo no pase de las palabras y no consiga llevar a cabo una decisión concreta, igual que en los últimos 75 años, toda vez que su sede central siga enclavada en Nueva York, bajo la “atenta mirada” del mandatario de turno del Despacho Oval.


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