Cuba en Datos: La población cubana envejece, decrece y se urbaniza
“La población es el recurso fundamental de un país”, es la frase que repite, con frecuencia, el vicejefe de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), Juan Carlos Alfonso Fraga. Tiene todo el sentido: el ser humano es el centro de la sociedad y, teniendo en cuenta el comportamiento de las poblaciones, deben diseñarse los proyectos y estrategias de Gobierno.
En los años posteriores a 1959, las medidas sociales tomadas en Cuba hicieron que, paulatinamente, su población tuviera rasgos típicos de países desarrollados: una alta esperanza de vida, baja tasa de fecundidad, baja mortalidad infantil y un envejecimiento demográfico en aumento progresivo.
Con el paso del tiempo y las nuevas crisis económicas, algunos de esos indicadores se han ido deteriorando, como la mortalidad infantil.
Desde 2012 hasta 2019, Cuba mantuvo una tasa de mortalidad infantil por debajo de 4.6 por cada mil nacidos vivos. En 2024, mientras tanto, la cifra llegó a 7.1 por cada mil nacidos vivos.
Otras variables continúan su tendencia al ascenso, como el envejecimiento demográfico, que muestra uno de los indicadores más altos de América Latina y el Caribe, con el 25.7% del total de la población en el grupo etario de 60 años y más.
Villa Clara se mantiene como la provincia con mayor proporción de adultos mayores, y los municipios Plaza de la Revolución (en La Habana) y Yateras (en Guantánamo) como los más y menos envejecidos, respectivamente.
Población efectiva en cifras
La población cubana terminó el año 2024 con una edad media de 42.1 años; una razón por sexos de 970 hombres por cada mil mujeres y un grado de urbanización de 75.1%.
En 2016, el país registró la mayor cifra de habitantes de su historia, con 11 239 224 personas. No obstante, al cierre de 2024, ese número había decrecido a 9 748 007 individuos.
Según cifras de la ONEI, entre 2020 y 2024 el país experimentó un descenso significativo de 1.4 millones de personas.
Por territorios, Camagüey, Cienfuegos y La Habana fueron los de mayor decrecimiento el año pasado, con valores de -39.5, -39.1 y -35.4 por cada mil habitantes respectivamente.
El municipio Antilla, en Holguín, fue el único del archipiélago con un ligero crecimiento total positivo de 0.8.
La disminución pobacional estuvo relacionada con que las defunciones reflejaron valores más altos que los nacimientos, con 128 098 muertes en el país, en comparación con 71 358 nacimientos, por lo cual la tasa de crecimiento natural fue negativa, una tendencia sostenida en Cuba desde el año 2020.
La tasa de mortalidad, por su parte, fue de 12.9 por cada mil habitantes.
Por cuarta ocasión consecutiva, el año pasado los indicadores de natalidad no llegaron a los 100 000 nacimientos, con 19 034 menos que en 2023. El pronóstico para este 2025 es que ese número siga disminuyendo, según afirmó Juan Carlos Alfonso Fraga en una reciente conferencia de prensa.
A ese factor se suma que la tasa global de fecundidad (número promedio de hijos que una mujer tendría a lo largo de su vida si las condiciones de fecundidad se mantienen estables) fue en el pasado calendario de 1.29, la más baja en la historia del país de la que se tenga registro.
Para que una población se mantenga estable, sin considerar la migración, se necesita una tasa de fecundidad de alrededor de 2.1 hijos por mujer. Si es más baja, la población tiende a disminuir con el tiempo y, si es más alta, crece.
En el caso cubano, el indicador de reemplazo poblacional no se supera desde 1978, cuando la tasa global de fecundidad fue de 1.87 descendientes por mujer.
La decisión de tener hijos está condicionada por las aspiraciones profesionales, y otros factores como las carencias económicas, el limitado acceso a la vivienda y, muchas veces, la coexistencia con adultos mayores en el hogar, que requieren cuidados.

Edad de los hombres en la mitad izquierda de la tabla y de las mujeres en la mitad derecha.
Migración y envejecimiento
De acuerdo con Alfonso Fraga, Cuba registra una migración negativa desde los años 1930 y 1940.
Esa ha sido una tendencia también en las últimas décadas, excepto en los años 2013 y 2014, cuando entró en vigor el Decreto-Ley 302 Modificativo de la Ley de Migración No. 1312 de 1976, que dispuso que “un ciudadano cubano ha emigrado cuando viaja al exterior por asuntos particulares y permanece de forma ininterrumpida por un término superior a los 24 meses, sin la autorización correspondiente”.
El saldo migratorio externo en 2024 fue de -251 221 personas, cifra elevada, aunque la más baja desde el año 2022.
Por provincias, los valores oscilaron desde -34.2 por mil habitantes, en Camagüey, hasta, -20.7 por mil en Pinar del Río.
En Cuba emigra cada año una parte de la población económicamente activa y en plena capacidad reproductiva.
La migración y la baja tasa de fecundidad, junto a otros factores como la elevada esperanza de vida, inciden el envejecimiento demográfico, que se presenta como uno de los asuntos a atender con prioridad por las políticas públicas del país, más en esta década (2020-2030), cuando llegan a la edad de jubilación los nacidos en el baby boom de los años 60.
Cuba registró el año pasado 710 personas en edades inactivas desde el punto de vista económico por cada mil en edades activas, un dato similar a las décadas de 1970 o 1980, cuando la población de cero a 14 años tenía el mayor peso en esa distribución.
El curso de la vida ha llevado a que quienes eran niños y adolescentes entonces y su generación precedente integren ahora el grupo de las personas inactivas, pero por ser adultos mayores, lo cual conlleva, además de cuidado, atención sanitaria específica y pago de pensiones.
Entre las características principales de la población cubana en la actualidad están que decrece, se concentra, urbaniza y envejece.
Por ello, algunos de los retos actuales implican desarrollar un sistema integral de cuidados para los adultos mayores, reformar el sistema de pensiones y promover mecanismos atractivos para que los jóvenes encuentren la realización personal en su tierra.
El país cuenta con una comisión gubernamental de atención a la dinámica demográfica, encabezada por el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, para atender estos asuntos.
A esos esfuerzos debe tributar también el conocimiento de especialistas de disímiles esferas, porque los temas de población son transversales a la sociedad, y las personas constituyen, parafraseando al sociólogo, el recurso más importante de un país.
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