Los carroñeros no son carismáticos

Hace algunos años los arqueólogos del Centro de Servicios y Estudios Ambientales (CESAM) de Villa Clara me mostraron fragmentos de hueso de un búho gigantesco que habitó en las sierras cercanas a Sagua la Grande hace miles de años. Estos animales, junto con el cóndor y otras aves, eran los máximos exponentes de la denominada mega fauna cubana. Algunas de ellas eran rapaces y otras realizaban funciones de limpieza.

Sobre los cielos de la isla vuela en la actualidad el aura que cumple las funciones naturales de nuestro desaparecido cóndor. La tiñosa (como se le conoce coloquialmente) se encuentra emparentada con esta especie, al igual que con los buitres y las águilas. El vuelo del aura tiñosa tiene la majestad y el equilibrio de los mejores planeadores y muchos piensan que estos animales han vivido siempre aquí, algo que resulta incierto, ya que para muchos la especie colonizó el país hace menos de 200 años.

El aura no es mencionada en ninguna de las crónicas de la conquista, y a diferencia de los solitarios y taciturnos buitres, a estas aves se les observa volando en grandes bandadas, sobre todo cuando amenaza la lluvia o detectan alimentos gracias a la capacidad prodigiosa de hallar comida producto del sincronismo entre sus sentidos de la vista y el olfato. Anida preferentemente en el suelo, en la entrada de alguna cueva o entre farallones, durante los meses de primavera. Allí improvisa muy a la ligera, un nido con ramas y restos de plantas donde depositan dos huevos de color blanco, salpicados con estrías carmelitosas.

Los pichones muestran una anatomía desgarbada y un plumón blanco, excepto la cabeza, tan rapada como la de sus padres. Los carroñeros no son carismáticos; he preguntado a los que me pudieran aportar información investigativa acerca de la especie y los reportes han sido escasos, lo cierto es que cumplen con una importante función en los ecosistemas y su abundancia relativa indica que hallan alimentos y son capaces de mantener estables sus poblaciones.