jueves, 28 marzo 2024

Leyenda de un cayo embrujado

Esta historia reserva ingredientes de amor, drama, suspenso y hasta ciencia ficción, y no empieza con el acostumbrado Había una vez...

Esta historia reserva ingredientes de amor, drama, suspenso y hasta ciencia ficción, y no empieza con el acostumbrado Había una vez…

Una escultura femenina recibe a miles de turistas, que llegan cada año, a cayo Las Brujas, uno de los tres islotes arenosos dedicados al turismo en el nordeste de Villa Clara, donde además de bellas playas resulta escenario de una leyenda de amor y hechicería.

En el poblado costero se cuentan historias fantásticas de la época de la colonia, a la que se vinculaba el imaginativo pensamiento de los pescadores, quienes en su quehacer pasaban muchas horas con la sola compañía del océano.

Refieren que uno de esos hombres, vinculados al mar y su familia vivían en un cayo y tenía una bella hija, quien se enamoró de un joven que habitaba en un islote cercano, a lo cual el padre se opuso desde el primer momento.

De acuerdo con la historia, contada de una generación a otra, los enamorados decidieron verse a escondidas en uno de los montes del cayo y esparcieron el rumor de apariciones fantasmales y sonidos tenebrosos, con lo cual evitaron que las personas se adentraran en el sitio, dedicado por ellos para sus encuentros apasionados.

Algunos vieron a la muchacha introducirse en la vegetación y la asociaron con las brujas, confusión que no afectaba sus reuniones amorosas, pero los hermanos de la joven descubrieron la farsa y con el objetivo de vengarse, embriagaron al novio para que faltara a la cita.

Cuando el joven despertó de sus excesos etílicos, salió en busca de su novia y ya cansado de tanto rastreo en el lugar, vio frente a sí a una hermosa sibilina que lo miró con tristeza y luego se desvaneció.

Durante días trataron de encontrar rastros de la muchacha, que nunca apareció y con el paso del tiempo los pobladores de Caibarién decían que descorazonada y convencida del abandono de su novio, entregó su alma a las brujas que habitaban en un farallón, cerca del monte.

Leyenda marinera que dio nombre al cayo donde, una escultura, dedicada a la hermosa hechicera recibe a los visitantes y con sus artes de magia los fascina ante la fresca brisa y el mar azul del océano Atlántico para que regresen muchas veces al lugar de sus amores.

Historias de maléficas abundan en la localidad costanera, recreada por sus pobladores, para quienes la velocidad de la vida actual, los ruidos y las explicaciones científicas, de fenómenos naturales, las ahuyentaron pero ellas, en venganza, dejaron los cuentos de sus hazañas que pasan de padres a hijos.


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