Extrañando al Carpintero real

Hace algunos años mientras realizaba un publicitario en Moa, pedí que me llevaran a conocer la zona del Parque Nacional Alejandro de Humboldt, donde se documentan los últimos avistamientos del Carpintero Real. Esta es el área natural protegida más importante de la isla y en ella se encuentra el más grande remanente de los ecosistemas montañosos conservados en Cuba.

En este lugar se han realizado múltiples expediciones con la esperanza de hallar ejemplares de la mítica ave los últimos años. Se cuenta que la primera captura de un ejemplar de la especie con fines investigativos la realizó un naturalista alemán a mediados del siglo XIX, en la Ciénaga de Zapata.

Desde inicios del siglo XX, el carpintero real desapareció del oeste y centro de la isla y sólo se reportó en regiones boscosas del este de Cuba, en parajes cada vez más intrincados. El ave, por su plumaje jaspeado en blanco y negro, pico color marfil, penacho negro en las hembras y rojo en los machos, y un tamaño promedio de 50 centímetros de largo, es el más vistoso de toda la familia de los pájaros carpinteros de la isla.

En Cuba, la vinculación del animal a determinadas creencias resultó devastadora para la especie, se cazaba al carpintero real con el propósito de emplear sus picos y el diminuto corazón en determinadas prácticas religiosas con el propósito de aliviar el mal de amores.

Reconocidos ornitólogos del país aseguran oficialmente que se considera actualmente extinto el Carpintero Real, pero cuando he tenido la oportunidad de hablar con ellos en privado, me han asegurado que sueñan que el ave haya logrado escapar las redes de la extinción y de alguna manera viva oculto bajo las copas de los frondosos árboles al oeste del río Nibujón.

El último avistamiento de un ejemplar de la subespecie cubana se produjo en 1987 y hacia 1991 sólo sobrevivía un único individuo. Tras años sin reportes ni pistas frescas, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza clasificó como extinto al Carpintero Real en 1994.