La vocación de servir de los campesinos
La actual pandemia de COVID-19 ha impuesto en todo el mundo las más adversas situaciones en lo cual se incluye nuestro archipiélago. Pero nada de esto ha podido amilanar la férrea voluntad de los cubanos. Sí, han sido tiempos que hemos estado al límite de nuestras fuerzas, pero ante cada desafío, se han levantado hombres y mujeres con manos y corazones dispuestos, de los que ha emanado como rios de agua viva, la voluntad de servir y ayudar.
Quizás unas cuartillas no pueden recoger todos sus nombres, pero bien vale destacar la importante contribución de los campesinos, sin importar el valor de lo que regalan a centros de aislamiento; ellos, los que a golpe de trabajo duro y extensas jornadas bajo el sol recogen los frutos del campo, han dicho presente en estos cruciales momentos.
Solo en el municipio de Quemado de Güines ya suman cientos de campesinos que han dado sus producciones a casas de abuelo, hospitales de campaña o provincias afectadas. Recuerdo cuando llegamos al Centro Porcino de César, uno de los mayores productores del territorio, que donó varios cerdos a un hospital; su satisfacción era plena, sin titubear decía que se podía contar con él para cualquier ayuda. De hecho, no escapaba de su atención, cuando un trabajador enfermaba, allí estaba garantizado el alimento y la preocupación constante por el estado de salud.
Son gestos que aprietan el corazón y hacen brotar lagrimas, más cuando la carencia de alimento animal le había impuesto tener que acceder a la compra de piensos a precios exorbitantes.
Igual recuerdo me lleve de la finca de Giraldo, un productor de Pedro Salas, que disponía parte de sus cosechas de cebolla y ajo para una institución; allí su madre, con noventa años, quiso dejar una foto que recogiera el momento del donativo; mientras se ponía el sombrero de su hijo, confesaba que la bendición de dar de lo poco que se tiene hace multiplicar las cosechas.
Historias como estas se han multiplicado a lo largo de estos duros meses, historias que hablan por sí solas de la grandeza de los hombres y mujeres de Cuba. Es que la vocación de servir, ayudar y compartir que tenemos, corre por nuestro torrente sanguíneo, hace sentir pleno a quien lo brinda, por eso no es casual escuchar que nuestra gente es única.
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