viernes, 26 abril 2024

Fidel es Fidel

Fidel fue uno de los símbolos más representativos de este archipiélago antillano, y lo sigue siendo, no por ideales intangibles, sino por el ser humano que fue.

A estas alturas del partido es poco probable que quede algo nuevo que decir de Fidel. Qué más se puede decir de quien ostentase un récord Guinness justamente por la cantidad de atentados contra él, y aún así tenía el respaldo de millones de cubanos. Fue y sigue siendo una persona sorprendentemente mediática, lo que es curioso porque estuvo en contra del culto a la personalidad, especialmente a la suya.

Se le ha tildado de muchas cosas, pero lo que nunca han podido negarle ha sido su arrojo a toda prueba. Errores cometemos todos, pero no todos tenemos la dignidad para admitirlos y rectificarlos. Aún siendo increíblemente constante en su concepción del mundo, en su visión para el futuro de Cuba, fue capaz de corregirse a sí mismo cuando el camino que llevaba se probaba poco fiable, y no por tener que corregirse perdió la fe en lo que creía.

Ideales políticos aparte, el nombre todavía causa respeto. Es que son las pequeñas cosas las que forman la percepción pública de una persona. Cuando se piensa en Fidel, se recuerda a quien se paseaba por las calles de Cuba prácticamente sin seguridad, quien se sentaba a conversar con la gente de a pie porque le importaban sus problemas, quien le daba la cara a los manifestantes y por arte de magia, hacía que los ánimos se calmasen.

Fidel buscó soluciones a problemas que en su momento se creyeron fatales. Con él Cuba no fue un paraíso utópico, pero fue la isla que aunaba las voluntades de millones de cubanos con un objetivo común.

Fidel fue uno de los símbolos más representativos de este archipiélago antillano, y lo sigue siendo, no por ideales intangibles, sino por el ser humano que fue.


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