El Manifiesto de Montecristi, un documento de todos los tiempos
Tras el fracaso de la guerra de los 10 años y los tropiezos durante la etapa de Tregua Fecunda, la preparación de la guerra del 95 era una cuestión de honor para su principal organizador: José Martí.
Con el mal sabor que dejó la expedición de la Fernandina en el mes de enero, el Héroe Nacional mantuvo la idea de reiniciar la guerra el 24 de febrero. Aun con los principales jefes de la insurrección fuera de la isla se imponía un programa político que sellara el compromiso los cubanos de bien de llevar la guerra hasta las últimas consecuencias.
El 25 de marzo de 1895, José Martí y Máximo Gómez, quienes se encontraban en el pueblo de Montecristi, en República Dominicana, firmaron un documento elaborado principalmente por el Maestro, que reflejaba las ideas de Gómez, Maceo y otros dirigentes, y anunciaba al mundo las razones del comienzo de la guerra del pueblo cubano por su independencia.
El Manifiesto de Montecristi seria el nombre del nuevo documento del Partido Revolucionario Cubano, donde se exponían las razones por las que Cuba volvía al campo insurrecto. “Cuba vuelve a la guerra con un pueblo democrático y culto, conocedor celoso de su derecho y del ajeno; o de cultura mucho mayor, en lo más humilde de él, que las masas llaneras o indias con que, a la voz de los héroes primados de la emancipación, se mudaron de hatos en naciones las silenciosas colonias de América.”
Sobre la base de sus estudios y las vivencias en el extranjero, José Martí en el documento analizaba de manera crítica las causas que llevaron al fracaso de la guerra de los 10 años y de los procesos independentistas latinoamericanos del siglo XIX. Alertó además sobre el advenimiento de una ola de dictaduras sanguinarias en el siglo XX en el continente.
Denunció y rechazó el racismo, el miedo al negro, factor que contribuyó al Pacto del Zanjón y a la conclusión de la contienda de los Diez Años y advirtió:
“La Revolución, con su carga de mártires desmiente indignada, como desmiente la larga prueba de la emigración y de la tregua en la isla, la tacha de amenaza de la raza negra con que se quisiese inicuamente levantar por los beneficiarios del régimen de España, el miedo a la Revolución”.
Montecristi expuso principios éticos y progresistas para iniciar una guerra, aunque solo “terminable por la victoria o el sepulcro” y conducida por dirigentes limpios de odio y garantía por el respeto al español que no se oponga , ni se humille.” De allí que esbozara su concepción de la guerra.
“La guerra no es la tentativa caprichosa de una independencia más temible que útil, que solo tendrían derecho a demorar o condenar los que mostrasen la virtud y el propósito de conducirla a otra más viable y segura, y que no debe en verdad apetecer un pueblo que no la pueda sustentar; sino el producto disciplinado de la reunión de hombres enteros que en el reposo de la experiencia se han decidido a encarar otra vez los peligros que conocen, y de la congregación cordial de los cubanos de más diverso origen”.
Nacido de una realidad emergente, el manuscrito formuló que el nuevo proyecto libertario no pretendía ninguna intervención militar extranjera para concluir la guerra, que en aquel contexto solo podría ser la de Estados Unidos:
“Los cubanos empezamos la guerra, y los cubanos y los españoles la terminaremos. No nos maltraten, y no se les maltratará. Respeten, y se les respetará. Al acero responda el acero y la amistad a la amistad”.
Síntesis de la madurez política de la dirección del movimiento revolucionario cubano, Montecristi tiene un extraordinario valor socio-histórico y práctico además de una importancia política, ético ,moral y psicológica. Refleja el espíritu, la doctrina y la evolución de la labor realizada por el Partido Revolucionario Cubano desde su fundación en enero de 1892, así como la unidad alcanzada por los cubanos al calor de un período interguerra.
Ciento veintiséis años cumplió el Manifiesto de Montecristi este 25 de marzo, y sus ideas continúan siendo baluarte para el Partido Comunista de Cuba en el empeño de mantener una Cuba libre y soberana, de todos y para el bien de todos.
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