sábado, 27 abril 2024

Cuba se siente orgullosa

No solo fue la de ayer la jornada más medallista en lo que va de calendario de los XIX Juegos Panamericanos. Es todavía más, porque el simbolismo llenó, también con ribetes dorados, la actuación de Cuba.

Idalys Ortiz, con su sempiterna sonrisa, pero con toda la serenidad que preside cada movimiento suyo sobre el tatami, se ciñó su cuarta corona en estas citas, lo cual había logrado el singular boxeador Julio César La Cruz, el pasado viernes. Ellos, los abanderados de la delegación, coronaron la enseña nacional.

Pero si emocionante fue ver a Ortiz y a sus compañeros Andy Granda e Iván Silva en lo más alto del podio, la Mayor de las Antillas y la historia de su movimiento deportivo se estremecieron con la presea dorada del doble mixto del tenis de mesa, de Daniela Fonseca y Jorge Moisés Campos.

Desde 1987, en la reunión multideportiva de Indianápolis, Cuba no lograba un triunfo en este deporte en Juegos Panamericanos, y desde 1995 no se llegaba a una final. Como si fuera poco, al incluirse en esa instancia, lograron su boleto olímpico a París-2024.

Sí, la comitiva cubana subió en el medallero con estas cuatro doradas, pero escaló aún más en su pueblo, por la manera en que Idalys sorteó, tal vez el organigrama más complejo para ella en estos torneos; por la seguridad de Silva, la ecuanimidad y sangre fría de Granda, y el dinamismo y la alegría de Moisés y Daniela.

La batalla de Santiago continúa y Cuba se siente orgullosa, no solo de sus medallistas, sino de todos sus deportistas.


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