A Francisca la muerte no la atrapa
La historia que les voy a contar es real y juro que aunque pude tener semejanza con uno de los cuentos de Onelio Jorge Cardoso, mi Francisca es única.
Tiene piel oscura, muy cuidada, pelo corto blanquecino, una sonrisa perfecta y un cuerpo que nada tiene que envidiarle a las criollitas de Wilson. Se le ve por el reparto Escambray en Santa Clara, en una que otra visita, donde siempre recibe frases de cariño de sus vecinos.
Francisca Abreu Abreu tiene 103, vive sola en Cienfuegos y está vinculada a una casa de abuelos de ese territorio. Como señora precavida, cuando inició la pandemia el pasado año, decidió venir para casa de su nieto en Santa Clara, hasta que la situación epidemiológica mejorara.
Nacida el 3 de diciembre de 1917, con la pandemia de la gripe española, según le contó su madre, esta anciana pasó mucho trabajo en su niñez, pero conserva una asombrosa lucidez, una alegría contagiosa y un gran sentido del humor.
A través de un relato exquisito bien hilvanado, Francisca recuerda su infancia, su juventud y su etapa de trabajadora en la fábrica de cigarros de Ranchuelo Trinidad y hermanos, así como su presencia eventual como cocinera en la Casa Dupont de Varadero.
Para asombro de esta reportera, Francisca no padece de ninguna enfermedad a no ser algún catarro, anda por el reparto Escambray haciendo sus visitas y no resiste que la sujeten para caminar.
Según la centenaria, el secreto de su longevidad radica en haber trabajado mucho, ayudar siempre al que lo necesite y tomar en las mañanas una cucharada de miel con limón y luego el café.
Su nieto Daniel Reyes comenta que Francisca es muy activa, pela un saco de yuca en un abrir y cerrar de ojos, en su casa en Cienfuegos lo hace todo: limpia, cocina, lava, va diariamente a la casa de abuelos en una guagua y viaja sola a La Habana, Santiago de Cuba y a Jamaica. Cuatro hijos, 16 nietos, 17 bisnietos y 6 tataranietos y miles de amigos, es la descendencia de Francisca, que como la del cuentero mayor, Onelio Jorge Cardoso, a sus 103 años la muerte no la atrapa.
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