Una gesta de rebeldía y quebranto
Justo en la madrugada de ese mismo día, de dolor y quebranto se vistieron cinco familias del poblado cuando la crueldad de la tiranía batistiana mostró su más horrendo rostro al sacar de sus hogares a cinco hijos del pueblo. A sesenta y tres años del suceso, desde los cinco pedestales que integran el memorial, se levanta el clamor de un pueblo que acoge en sus brazos a los cinco quemadenses, quienes se renuevan entre sueños y victorias alcanzadas.
El sitio, del antiguo cuartel, convertido en escuela primaria, se llena de risas y esperanzas de los pequeños retoños, jóvenes que se empinan por el porvenir con la rebeldía de aquel pequeño grupo de corajudos combatientes que demostraron que ante el anhelo de justicia social, podían tomar el cielo por asalto.
En el aire permanece la valentía de Somarriba, el comerciante que pagó sus cuentas antes de morir; la impronta de Riquelme, el sindicalista del gremio azucarero; la honradez de Rigoberto y Casales, dos de los ilustres hijos que hoy encumbran la historia, quemadenses que permanecen allí, en el altar mas hermoso de la patria.
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