Un constructor de presas y caminos que atesora historia

Mi vecino Carlos es jubilado de la construcción, una profesión a la que le dedicó toda su vida laboral y a la que añora cada minuto de su existencia.

Carlos Carvajal Quiro tiene 73 años de edad y su familia influyó para que se jubilara y hace un año que dejó de trabajar, decisión que le fue difícil acatar. Laboró ininterrumpidamente por 50 años en el sector y dos más después de jubilado.

Muchas anécdotas vienen a su memoria sobre los momentos de trabajo junto a sus compañeros, con quienes compartió labor en la Brigada “Antonio Maceo”, constructora de presas y movimiento de tierra perteneciente a la Empresa Constructora de Obras de Ingeniería (Ecoing-#9) primero y luego Ecoing-25.

Aquí Carlos Carvajal Quiro se desempeñó por 20 años como ejecutante de obra y 30 como jefe de la brigada; accionar que le trajo gratos recuerdos y grandes amigos. Somos una gran familia; suele decir a menudo: Orestes, Mario Cura, Manuel, Misael, figuran entre algunos de sus miembros.

Presas, puentes carreteras y caminos evocan la labor de aquel contingente de aguerridos hombres. Muchas obras hidráulicas tienen el cuño de aquella brigada de constructores que no cejó en el empeño hasta verlas finalizadas. Un gigante movimiento de tierra iba a la par de sus integrantes por donde caminaban. La presa Minerva y Alacranes de Villa Clara guardan entre sus aguas la distinción de la “Antonio Maceo”, pero La Cidra, San Juan de Dios y otras en Matanzas, Pinar del Río, Camagüey tampoco la olvidan.

La construcción de la presa La Felicidad, de Sancti Spíritus, le trae inolvidables recuerdos, la visita del Comandante en Jefe Fidel Castro, en plena faena de labor no se olvida, aseguró. “Fue un día glorioso para todos – dijo- lo más importante ocurrido en la historia de nuestra brigada; Fidel abordó sobre la tarea que realizábamos y nos pidió terminarla en dos años, petición que cumplimos el pie de la letra”.

Este insigne colectivo de grandes hombres de la construcción, guiados por Carvajal, colaboró también en parte de la construcción del aeropuerto José Martí y de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). Muchas otras obras en Santiago de Cuba, Bayamo y todo el país, donde quiera que se requería de su apoyo en el movimiento de tierra u otra operación constructiva.

Condecoraciones, diplomas y medallas hablan de su labor. Reconocimientos que guarda con cariño, sobre todo en su corazón, porque su sencillez y modestia no le permite contarlas o alardear de ellas como suele decir cuando alguien que lo visita las refiere. “Solo cumplí con mi deber” en el desarrollo hidráulico del país.

Hoy mi vecino vive de las añoranzas y recuerdos de sus años de constructor, pero no se queda inactivo. Se levanta antes de salir el sol porque su reloj biológico se lo indica y el patio de su casa y cada reparación y mantenimiento que necesita su hogar, ya tiene su sello.

Para Carlos ser constructor de presas y caminos, esa labor que realizó con amor, lo creció como ser humano, y si volviera a nacer lo sería otra vez, acotó con gran orgullo.