jueves, 25 abril 2024

Historias de papás

No hay historias prestablecidas, usted, seguro, tiene otras muchas que contar. Historias vividas de la cotidianeidad, esas que se construyen con los años y, que nos hacen amar a nuestros padres este domingo, como todos los días.
Foto: Sadiel Mederos

Historia 1

David no sabe aún determinar que hay días diferentes para homenajear a alguien. Desde que su papá quedó esperando un regreso a causa de la COVID-19, pide constantemente una foto y dice a todos que “papá está en la India” y “vuelve pronto” aunque el pronto sea, a sus tres años, un tiempo indeterminado y difícil de explicar.

Él sabe que “falta algo”: ese despertar donde mamá regaña por sus juegos y falta de seriedad, donde hay complots para hacer cosquillas y domingos de parque y helados. No conoce aún de momentos diferentes para expresar cariños por videollamada; sin distinguir días de la semana, construye con papá recuerdos de lejanía, canta canciones y le cuenta que Diego y Carolina vinieron a su cumpleaños. Le enseña su velocípedo y se preocupa: “la bicicleta de papá está rota” y no podrá montarla cuando venga.

Callado, al otro lado de la pantalla, papá sonríe, siempre sonríe para David y mamá, no será diferente este domingo.

Historia 2

En medio de una pandemia sin precedentes en siglos, supo que sería papá y le agarró de susto. Papá por primera vez y sintió un frío que no sabía definir entre alegría y miedo “porque eso no es algo que se tome a la ligera”. Luego de dos pruebas de embarazo, “para verificar”, y un ultrasonido, la confirmación llegó: su bebé nacerá en noviembre. Desde entonces se esmera en atender a la futura mamá, eso de machismos no es lo suyo y hace lo necesario para que se sienta cómoda. Ha buscado en internet los mejores alimentos, se obsesiona con su descanso, evita la sal y el azúcar, aunque su hermana le diga más de una vez que “está exagerando”. Pero el pequeño Luca (o Lukas)- que aún no han decidido-se siente amado; papá lo acompaña desde ahora.

Historia 3

A sus 64 años ha construido una familia, eso es de lo único que lo he visto presumir sin modestia en su vida. Creció bien y querido, pero en tiempos donde papá no daba muchos besos: “eso no era de hombres” y lo dejaban hacer, aunque su mamá lo velara a escondidas, cuando salía a sus 12 años. Pero dicen que la mirada de su primera hija lo desarmó y lavó pañales “a dos manos” y cantó canciones que tuvo que repetir cual casete rayado para que se durmiera. Después vino el varón y construyó para ellos un mundo donde la familia es el sostén, el puerto seguro, la semilla y el fruto. Rubén dibujó sonrisas en sus hijos en los difíciles noventa, se inventó historias y juegos en apagones nocturnos, construyó con su esposa un ideal que como sello dejó en sus hijos. Papá y abuelo ahora, lo veo más cansado y, aunque lo disimula, salen algunas lágrimas cuando su nieto le dice que lo quiere mucho.

Historias

No existen patrones fijos para estas historias: tíos que se quieren como padres; abuelos que criaron a nietos; papás que han estado toda la vida; papás juntos; papás divorciados; papá aquí, papá cruzando los mares, padrastros que aman lo suficiente como para ser llamados padres. Papás con presiones y marcados por una sociedad donde lo suyo es abastecer, pero papás que aman lo suficiente para crear lazos de amor, esos que dejan huellas para toda la vida.


Grettel Rodríguez Bazán

Colaboradora Licenciada en Periodismo por la UCLV 2009, disfruta las creaciones audiovisuales e imparte docencia sobre televisión.

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