sábado, 27 abril 2024

¡Fidel, habla, te necesito!

Nunca antes nuestra Plaza había estado tan colmada y quizás solo volvió a verse así poco más de un año después, cuando Fidel volvió a acompañarnos aquel octubre de 1997 para recibir al Che y a parte de su Destacamento de Refuerzo.

Era la mañana del 30 de septiembre de 1996 y el Comandante en Jefe, Fidel Castro, se encontraba en Santa Clara para recorrer sitios de interés económico, imprescindibles en aquellos duros años de periodo especial.

El entonces primer secretario del Comité Provincial del Partido en Villa Clara, Miguel Díaz-Canel, pidió al Comandante que le permitiera hacerle saber al pueblo que él estaba allí, que lo dejara convocar a un encuentro en la Plaza de la Revolución Ernesto Che Guevara para esa misma tarde.
Fidel lo calificó de “una completa locura” debido al poco tiempo disponible para la convocatoria, pero dio su permiso y Santa Clara, como siempre, no le falló.

El diluvio que empezó cerca de las 4 de la tarde y que inundó calles, avenidas y parques no impidió que bajo sombrillas y capas primero y con el amaine del aguacero después, la ciudad se movilizara, mayormente a pie, hacia la Plaza a esperar a su líder.

Y a Santa Clara no le importó entonces las carencias de tiempos tan difíciles, ni la escasez de combustible, ni el calor, ni la lluvia. Santa Clara estaba ahí, completa, para reencontrarse con quien en pocas palabras devolvió la luz de la esperanza de tiempos mejores a un pueblo que nunca dejó de creer en la Revolución y, sobre todo, que nunca dejó de creer en él.

Para quienes vivimos el momento desde la altura de unos pequeños 5 años, cargados sobre los hombros de papá para poder ver más de cerquita al “gigante de verde olivo”, el recuerdo es imborrable, la multitud inmensa es una impresión que ha permanecido en el tiempo 27 años después.

Nunca antes nuestra Plaza había estado tan colmada y quizás solo volvió a verse así poco más de un año después, cuando Fidel volvió a acompañarnos aquel octubre de 1997 para recibir al Che y a parte de su Destacamento de Refuerzo.

¡Fidel, habla, te necesito! Era la súplica que miles de manos enarbolaban en carteles que inundaban la avenida principal del Complejo Escultórico, cuán petición de consuelo a ese padre que siempre supo reconfortar en días duros, consolar en medio del desasosiego y la incertidumbre, extender sus brazos para proteger a un pueblo que lo acompañó hasta el último de sus días, cuando regresó a esa misma Plaza otro 30, esta vez de noviembre del 2016, a reencontrarse por última vez con esta ciudad y con su amigo argentino en su viaje a la eternidad.


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