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Caricias, un proyecto de emociones y sueños

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Desde el 2018 el proyecto Caricias sostiene un estrecho vínculo con la sala de Oncohematología del Hospital Pediátrico José Luis Miranda de Villa Clara. De sus gestiones e iniciativas se han recibido importantes donaciones que favorecen el tratamiento de los niños.

Hace 6 años el proyecto Caricias comenzó su andar en la Sala de Oncohematología del hospital pediátrico José Luis Miranda de Villa Clara. Primeros pasos de un sueño liderado por Jorge García Mesa, cubano residente en Alemania, de otorgar mayor bienestar y confort a pacientes y familiares en una lucha que los obliga a ingresos prolongados.

Tal vez aquellos momentos iniciales e intercambios serían para muchos un impulso fugaz. Pero la perseverancia y el amor hizo ancla y hoy Caricias se ha convertido en un proyecto sólido que cada año es esperado por médicos, pacientes y familiares en su rol protector de ofrecer no solo insumos médicos sino lazos emocionales.

Así lo percibe el creador de este sensible proyecto.

Cada vez que hacemos un encuentro los lazos se multiplican con los niños, con los padres. A lo largo de los años el propósito inicial ha crecido enormemente. El objetivo de Caricias es el apoyo emocional, aparte del ofrecido por los médicos, y esto lo hemos mantenido y logrado durante todos estos años sin ninguna interrupción.

Ya en remisión Héctor, Samira y Diego saben de la entrega y beneficios en sus vidas de este proyecto. No dudan en calificarlo como “una bendición en nuestras vidas”, “personas maravillosas”, “buenas personas”. La constancia de la comunicación ha estrechado las relaciones entre ellos y los reconocen como parte importante de su rehabilitación.

“He estado sorprendida, -asevera Samira Rodríguez de 12 años-, que estas personas hayan dado tiempo, esfuerzo, cariño para que estos niños y yo podamos disfrutar de este proyecto”.

A través de Caricias se ha logrado mejorar la infraestructura de los aislados y la sala de oncohematología del pediátrico villaclareño. Desde el 2018 se han entregado sistemáticamente equipos de climatización y refrigeración para mayor privacidad y comodidad de los pacientes. Además, se han habilitado equipos electrodomésticos en zonas de la cocina para facilitar la cocción de los alimentos.

Cada año se reciben de sus manos y gestiones una cantidad considerable de insumos médicos, medicamentos, laptops; este año se entregarán también 2 microscopios, siempre en función de contribuir con el tratamiento de los niños y la labor médica.

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Dentro de los insumos médicos entregados este año se encuentra un contador de células sanguíneas.

La doctora Anaisa Amores Ramos, oncóloga infantil, tiene un brillo especial cuando ve a sus niños felices, “lo que comenzó como una idea puntual, fue creciendo y ya hoy es parte fundamental de nosotros. No solo por las importantes donaciones que han incidido en la infraestructura y comodidad de la sala y los aislados o por los importantes medicamentos e insumos médicos recibidos, también por el increíble apoyo y conexión que logra con estos niños.”

Ledys Molina de Armas, madre de Samira, conoció el proyecto en el año 2020 cuando su hija ingresó a la sala de oncohematología con leucemia linfoide aguda. “Cada granito de arena que ponen ellos es muy importante, no solo los insumos, la alegría de los niños al recibir sus regalos, su visita. Espero que cada día crezca más y ofrezca la oportunidad y posibilidad a los niños de alegrarlos, ayudarlos y apoyarlos, en ese proceso tan difícil que ellos viven”.

Caricias vuelve siempre con su soplo de esperanza, esta vez, además de las actividades propias en la sala del hospital pediátrico, niños en remisión se reunieron para salir del espacio hospitalario y compartir sus historias de vida. El proyecto ha sido fundamental en la evolución positiva de su enfermedad.

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Encuentro de niños y jóvenes en remisión con vínculos permanentes con el proyecto.

Hace 3 años aproximadamente Héctor Lázaro García estaba operado de un tumor en la columna cervical cuando conoció de Caricias. “La verdad que pienso que este proyecto ha sido una gran bendición ya que es una forma de ayudarnos no solo material sino espiritualmente … en los momentos más malos, en los momentos más difíciles el proyecto nos daba ánimos, fuerzas para seguir adelante”.

Ver llegar a este equipo a la sala de oncohematología ofrece optimismo. No son médicos, pero su labor también sana, crea puentes directos a los estados de ánimo de niños y familiares, está ahí su mayor secreto en develar caricias que reparan y salvan.

“Hay muchos muchos sueños por delante -asevera Jorge García-, aunque se presenten obstáculos daré lo mejor de mí y voy a cumplir esos sueños. Al principio climatizar una estación completa, ponerle refrigeradores, abrir una cocina eran metas muy altas y ya hoy me doy cuenta que son parte de ese proceso. Esta vez vine con dos microscopios binoculares, un contador de células sanguíneas, entonces ya estamos hablando de otras fases mayores. Estamos llenos de ideas y nuevos planes para el año próximo y yo estoy feliz, muy feliz”.

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Actividades culturales forman parte de las acciones desarrolladas por el proyecto Caricias en la sala de Oncohematología.

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