En las grandes ocasiones casi siempre José Martí nos tiene escrito, y hecho, algo que enlaza su genialidad y honestidad con aquello que acontece a los que nacimos en la mayor de las Antillas. Martí nos hace de candelabro para que veamos los guijarros torcedores de caminos, y entre ellos, o sobre ellos, la estela por la que debemos andar como pueblo para sí.
No es solo verbo, letra. ¡Cuánta vida hay en los versos martianos que, como tantos, los cubanos aprendimos de su poema dramático Abdala!
Este 19 de mayo se cumple 126 años de la caída en combate de José Martí en Dos Ríos. Ostentaba al morir el grado militar de Mayor General del Ejército Libertador, conferido por el Generalísimo Máximo Gómez.
En el aniversario 126 del reinicio de las luchas independentistas, sendas ofrendas florales se colocaron a título de Raúl y Díaz-Canel, junto al nicho cubierto por la bandera cubana que guarda los restos del Héroe Nacional.
A 130 años de publicados, Los versos sencillos siguen siendo una expresión de la eticidad más pura.
Evocar a Martí en cada enero deviene fiesta y alegría para los que saben querer. Cada uno se adueña de esos personajes que El Hombre de La Edad de Oro legó a la infancia, y aprenden, desde la magia de los cuentos, la esencia martiana.
