Mascarillas contra la COVID-19

En el número 60 de la calle segunda del Oeste, de Encrucijada, vive Adelaida López Avila o la profe Adela, como la conocen todos.

La historia comenzó el día en que Adela tuvo conocimiento que el coronavirus era una epidemia que estaba azotando al mundo y ofrecía un peligro real de afectar a Cuba. Ella había participado en los seminarios que se habían efectuado al efecto, impartido por las autoridades sanitarias del municipio, e inmediatamente pensó que hacer las mascarillas era una forma de contribuir a proteger a los pobladores, pues conocía que estas eran muy preciadas y de difícil adquisición en las farmacias.

Adela señala que en un primer momento en su máquina de coser realizó las de las personas que viven en su casa, las de los niños de la cuadra y los vecinos más cercanos, utilizando recursos propios. Posteriormente en una audiencia sanitaria realizada en el barrio, se le pidió a los miembros de la comunidad que aportaran pedazos de telas para ella hacerlos, de esa forma, con la contribución de las personas, se ha logrado cubrir casi toda la necesidad de mascarillas del colectivo de vecinos. Más de trecientos protectores han salido de sus manos.

La noticia de la habilidad de Adela para confeccionar los nasobucos se extendió por toda Encrucijada, de forma que a través de la Federación de Mujeres Cubanas ella impartió un curso práctico a otras féminas que poseen máquinas de coser y la disposición de contribuir con su esfuerzo a poner freno a la pandemia.

Hoy en Encrucijada existen varias mujeres que como Adela dominan la técnica de elaborar las mascarillas y las fabrican en casa. Su apoyo ha sido importante para que en el municipio no se haya reportado hasta hoy ningún caso positivo al Covid-19