jueves, 28 marzo 2024

Del derecho al hecho en Salud Sexual y Reproductiva

El conocimiento sobre derechos y salud es clave, porque la fuente de muchas dificultades que hoy se reportan desde estos servicios es la ignorancia, irónico en esta era de saturación informativa, que no siempre conduce a buen puerto.

Si una mujer cubana decide tener varios hijos a pesar de la crisis global y nacional, es su derecho, y el Estado debe contribuir a crear condiciones para garantizar el bienestar de esa familia.

Si elige no tener ninguno y necesita métodos anticonceptivos o la práctica de un aborto institucional, también es su derecho, y el Estado debe esforzarse para que lo ejercite de manera segura, sin detrimento de sus decisiones posteriores.

Cualquier persona que desee constituir una familia y necesite ayuda tecnológica para lograrlo porque no puede por vías naturales, está en el derecho de solicitar ese servicio al sistema de Salud Pública y recibir atención personalizada, según sus condiciones sicobiosociales y la disponibilidad de recursos para las técnicas de reproducción asistida.

Si alguien se contagia con una infección de transmisión sexual (ITS), aun cuando haya sido a consecuencia de una conducta ingenua o irresponsable, tiene derecho a asistir a una consulta gratuita para su diagnóstico, y a recibir atención sicológica y orientación para el tratamiento y prevención de futuras complicaciones.

Estos son apenas algunos ejemplos de lo que hoy se considera cotidiano en nuestro país, y sin embargo es motivo de conflictos sociales en otras naciones, donde la Salud Sexual y Reproductiva (SSR) se mantiene secuestrada por intereses políticos, económicos, culturales o religiosos.

Desde el año 2010, y por iniciativa de la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS) se celebra el Día Mundial de la SSR para concienciar a la población y los gobiernos acerca de la diversidad sexual, el ejercicio responsable de los derechos sexuales y el cuidado integral de la SSR.

Este propósito incluye divulgar factores que pueden comprometer cada etapa de la vida, desde la exposición a prácticas inadecuadas o hechos violentos hasta estadísticas sobre ITS y acciones pertinentes para reducir su impacto.

Salud sexual es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad. El concepto habla además de equilibrio entre las experiencias placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia.

Para propiciar una vida sexual saludable a todas las personas es esencial que los medios de comunicación y las instituciones encargadas de la educación sexual en ámbitos públicos y privados enfoquen este tema desde lo positivo, no desde restricciones moralistas o prejuiciosas, y que se proyecten dentro del marco de los derechos humanos y promuevan el respeto a los intereses y manifestaciones propias y ajenas de la sexualidad en cualquiera de sus cuatro pilares: identidad, afectos, familia y erotismo. 

Por eso hablamos de SSR no solo en su expresión física, con una mirada biologicista (como ocurría hasta hace pocas décadas), sino desde la integralidad de lo que somos como seres sentipensantes, con deseos, actitudes, roles y prácticas que se parecen más a su tiempo que a sus ascendientes, sin ignorar la herencia de valores, creencias, estereotipos e intereses a defender o refundar según los paradigmas de cada generación.

El diseño de servicios de SSR de calidad es esencial para hablar de salud general y de bienestar humano, no solo a nivel individual, sino para las parejas, familias, comunidades y naciones. Para lograrlo se necesita partir de consideraciones científicas, demográficas y culturales insoslayables, con un enfoque de derecho y una mirada plural a la sexualidad.

SSR es más que planificación familiar, y es responsabilidad de hombres y mujeres por igual, porque la mayoría de las personas valoran su placer tanto o más que su capacidad reproductiva.

El conocimiento sobre derechos y salud es clave, porque la fuente de muchas dificultades que hoy se reportan desde estos servicios es la ignorancia, irónico en esta era de saturación informativa, que no siempre conduce a buen puerto.

No son pocos los jóvenes que creen estar «malditos» cuando se contagian con una ITS o presentan una disfunción orgánica, pues piensan que su vida sexual acabó, que no podrán tener familia propia y la sociedad los juzgará por ello. Qué decir entonces de la tercera edad o las personas en condición de discapacidad física, sensorial o mental.

La sexualidad es muy diversa y su cuidado debe serlo también.  Por eso los servicios de SSR no pueden ser estandarizados, ni siquiera en un mismo territorio. Cada cliente demanda respuestas o soluciones diferentes, y antes de darlas es preciso indagar cuál es su creencia sobre el sexo, la orientación de sus deseos eróticos, sus prácticas habituales, aspiraciones reproductivas, antecedentes genéticos, entorno familiar y laboral… todo eso antes de revisar sus genitales o aventurar un diagnostico o terapia de choque.

Hablamos de calidad del servicio cuando su centro es el ser humano integralmente, y las metas del profesional que atiende se supeditan a las de quien demanda atención, a veces solo para naturalizar lo que le pasa y sentirse bien consigo mismo, sin juicios ni perjuicios objetables.

Para lograrlo, es importante respetar el marco espiritual y ontológico tanto como el cuerpo, y ante la duda, apegarse a la ética y normas internacionales en materia de derechos humanos.

Varios Objetivos de Desarrollo Social (ODS) promulgados por la ONU a través de sus agencias y oficinas regionales tienen que ver con esa meta de mejores servicios de SSR, por lo que hay indicadores cualitativos y cuantitativos para medir su avance.

Esa voluntad se materializa en Cuba a través de acciones claves como el ordenamiento de las leyes con enfoque de género, la capacitación sistemática del personal de Salud y Educación (formal y popular); la modernización tecnológica de los servicios (hasta donde permite el bloqueo de Estados Unidos) y la aprobación de nuevas políticas públicas.

Como ejemplos de esta prioridad estatal y de la colaboración internacional para crecer en SSR, podemos mencionar el movimiento de Hospitales Amigos de la madre y el niño, que ya tiene varias décadas; el otorgamiento o mejora de viviendas para familias con tres o más hijos pequeños; el programa nacional para la detección temprana del cáncer cérvico-uterino, el sistema nacional de centros de promoción salud, con énfasis en las ITS, los espacios de consejería, las redes de activismo social, las campañas en las que se involucran figuras populares de la cultura y el deporte…

¿Son suficientes? Yo diría que no. Los recursos materiales son inestables y muchas veces falta divulgación de las acciones, logros y aprendizajes. La necesidad de saber sobre SSR varía con la edad y las circunstancias, pero no desaparece, y todo lo que hagamos en los medios de comunicación es poco, porque cada año arriban decenas de miles de personas a una nueva etapa de sus vidas en las que esas necesidades se transforman y es importante reiterar información que para alguien no era prioritaria un mes atrás y hoy adquiere relevancia extrema.

Lo que aprendimos sobre sexo en nuestra adolescencia no alcanza para educar a nuestros hijos e hijas, nietos y nietas. Hay temas que no caducan, como el ciclo ovulatorio, el uso de preservativos y las señales de alerta ante un posible abuso o agresión sexual y qué hacer para minimizar el daño.

Pero hay nuevos retos a los que adaptarse, como las redes sociales y los métodos de sexo virtual; las series, películas, videojuegos, canciones y mayor amplitud del mercado de la pornografía, que traen a debate ciertas prácticas fuera de sus reglas y escenarios habituales, y generan una curiosidad no siempre sana.

Ante esa realidad, que cambia vertiginosamente cada día, las personas necesitan conocer mejor sus derechos sexuales y reproductivos, los modos adecuados para su ejercicio y los tabúes que amenazan su libertad sexual, a veces camuflados en chistes o memes románticos que perpetúan una mirada patriarcal discriminatoria y violenta para mantener el control de la intimidad de todas las personas y boicotear conquistas en esas arenas.

Para conocer cuáles son los DSR y cómo se expresan en Cuba, puedes consultar esta entrevista:

 Servicios de SSR consolidados o en desarrollo en Cuba:

  • Acceso a anticonceptivos y planificación familiar para todas las personas, con independencia de su estado civil, tipo de relación y capacidad reproductiva.
  • Acceso a cuidados de pre y posparto a través del Programa Materno Infantil (PAMI).
  • Gestión clínica de sobrevivientes de abuso o agresión sexual y de violencia en la pareja, en centros multidisciplinarios que además facilitan información valiosa para la toma de decisiones en los tribunales.
  • Espacios para interrupción de embarazos en instalaciones de Salud y seguimiento a complicaciones relacionadas con el aborto, sea natural o provocado.
  • Pruebas de detección y tratamiento del cáncer cervical o de mamas en programas nacionales de carácter preventivo.
  • Pruebas de detección y tratamiento de ITS, incluido el tratamiento antirretroviral para el VIH.
  • Consejería Cara a cara, telefónica o virtual sobre ITS y disfunciones sexuales.
  • Consultas multidisciplinarias para terapia de parejas o disfunciones sexuales.
  • Programa nacional de atención a personas transgénero.
  • Servicios de Andrología, Climaterio y otros, especializados en etapas avanzadas de la vida.
  • Líneas de investigación académica, eventos nacionales e internacionales, cursos de posgrado y maestrías para incrementar los conocimientos del personal de Salud, Educación y otros sectores vinculados a la SSR.
  • Espacios mediáticos destinados a la educación integral de la sexualidad con base científica, y redes sociales para el intercambio con público general y por temáticas o sectores, de manera abierta o confidencial.
  • Publicaciones científicas seriadas y una editorial que genera material académico y popular sobre el tema.
  • Atención especializada en el sistema de las fiscalías y en las Casas de la mujer y la familia, de la FMC, para situaciones de violencia de género o familiar.
  • Servicio de Orientación Jurídica del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).
  • Títulos y artículos explícitos en códigos, leyes y reglamentos encaminados a la protección de la SSR en el ámbito familiar, civil, laboral, penal.

Derechos refrendados en la Constitución de la República de Cuba de 2019 que tributan a una SSR adecuada:

  • El ejercicio de los derechos humanos de garantiza en correspondencia con los principios de progresividad y no discriminación, con igualdad entre mujeres y hombres en derechos y responsabilidades en lo económico, político, cultural, laboral, social, familiar y en cualquier otro ámbito.
  • Derecho a la vida, la integridad física y moral, la libertad, la seguridad y la paz,
  • Derecho a la salud, la educación, la cultura, la recreación, el deporte y a su desarrollo integral.
  • Derecho al libre desarrollo de su personalidad, desde una conducta de mutuo respeto, fraternidad y solidaridad.
  • Derecho a la autonomía e integridad del cuerpo.
  • Derecho a disfrutar de todos los espacios públicos y servicios.
  • Derecho a una vida libre de todas las formas de violencia y coerción.
  • A que se les respete su intimidad personal y familiar, su propia imagen y voz, su honor e identidad
  • Derecho a que se respete la privacidad de su domicilio, sus bienes y su correspondencia.
  • Derecho a gozar de los adelantos científicos y los beneficios que de ellos resulten.
  • Derecho a la información personal y general.
  • Derecho a la libertad de pensamiento, opinión y expresión.
  • Derecho a la libre asociación y reunión pacíficas, así como la participación en la vida pública y política del país.
  • Derecho a profesar y practicar las creencias religiosas de su elección, respetando a las demás.
  • Derecho al acceso a la justicia, y a dirigir quejas y peticiones a las autoridades.

Al trabajo digno remunerado a partir de la edad adecuada, con respeto al descanso y acceso a la seguridad


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