jueves, 28 marzo 2024

Primer recuperado, tras contagios en hogar de ancianos, agradece las atenciones

Entrevista al primer abuelito del hogar de ancianos Número Tres de Santa Clara en ser dado de alta de la COVID-19.

Con la notable lucidez que lo caracteriza, y a sus 81 años, Wilfredo Rodríguez Sosa no puede olvidar aquel instante en que le comunicaron que tenía el nuevo coronavirus. «Fue el día más negro de mi existencia, y mira que yo he pasado trabajo en mi vida. Recuerdo que llamé a Cecilio, el presidente del consejo de ancianos del Hogar, para decirle: mi amigo, hasta aquí llegué», y cuentan que hasta una lagrimita corrió por sus mejillas.

Pero, aunque se sabe que la enfermedad es más letal en las personas de mayor edad, la suerte de Wilfredo no estaba echada, como él suponía. Un sistema social justo y equitativo, que piensa, por encima de todo, en el ser humano, haría todo lo posible por salvarle su vida y la de todos los abuelitos implicados en el evento que se produjo en el hogar de ancianos Número Tres, radicado en la capital villaclareña.

«Yo iba en muy malas condiciones, con mucho decaimiento y hasta me faltaba el aire», señala el abuelo, quien con frases muy peculiares recuerda que en cuanto llegó al hospital Manuel Fajardo, de Santa Clara, un enjambre de médicos y enfermeras le cayó arriba, dándole medicamentos a toda hora y los mejores alimentos que existen, a fin de fortalecerlo.

«No tengo palabras para agradecer la atención de las personas que me atendieron allí. Todos ellos, empezando por el doctor Berrio, el director del hospital, y los médicos, enfermeras y hasta la gente que limpia las salas, merecen lo más grande de este mundo por lo que hacen. Ellos fueron mi familia y mi salvación», destaca el primer anciano de ese evento en ser dado de alta de la referida institución.

Wilfredo ya no está en el hospital. Sigue en cuidadosa observación ahora bajo el techo de una escuela, adaptada como centro de aislamiento.

¿Aislado? ¿Recluido? Son palabras con demasiada soledad, y si algo Wilfredo dice es que nunca estuvo solo.

Desde la pequeña sala, el abuelo tiene ahora a su disposición un médico, el doctor Lázaro Aguilera Bony, quien ha venido desde Sagua la Grande a prestarle cuidados, y una enfermera, la licenciada Odalis Carpio Echenique, quien dejó a su familia en Quemado de Güines para ayudar a los adultos mayores del hogar de ancianos Número Tres, todos bajo la guía del doctor Alexis Suárez Pérez, jefe del equipo.

Pasan por su lado muchas veces y varias veces él repite la misma palabra: ¡Gracias!  


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