Francisco y su historia marcada por el dolor

Francisco Aguilar León vio morir a su padre a los pies de la cama y hasta hoy presenta secuelas producto de un misil terrorista dirigido hacia su hogar.

Francisco Aguilar León nació en el seno de una familia truncada por el terror. A la edad de cinco años vio morir a su padre, Fabric Aguilar Noriega, justo a los pies de su cama, víctima de un misil de la armada aérea norteamericana.

“Lo único que recuerdo fue cuando nos montaron en un carro; mi hermana estaba llorando a mi lado y yo la abrazaba y le decía que no llorara más, pero me encontraba cubierto de escombros y me dolían mucho las piernas”, así rememoró aquel trágico 5 de septiembre de 1963.

La maniobra enemiga formaba parte del intento de bombardear la base aérea de Villa Clara, y al ser ahuyentados por la defensa antiaérea cubana arrojaron la carga explosiva sobre la población civil.

Francisco, que ya cuenta con 58 años, relató a esta reportera que aún su hermana Sofía, en ese entonces de tres años, tiene esquirlas alojadas en la espalda y por ello le han realizado varias operaciones, así como Abraham, el tercer hijo de Fabric presente en el atentado, recibió también fuertes golpes en la cabeza.

Además, “a la larga, la onda expansiva me provocó una tumoración en la cervical que fue creciendo con el tiempo y producto de eso tuve que dejar de volar a los 36 años”, indicó con gesto noble.

Aunque versa un viejo refrán que el tiempo cura todas las heridas, a esta víctima del terrorismo aún le duele haber perdido tan pequeño a su padre, con quien hubiese “conversado de mi primera novia, de mis amistades, de los ascensos en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, porque fui militar”.

Sin dudas, hoy Francisco vive en una sociedad diferente a la que vio morir a su padre, pero la historia es una y habla por sí sola.