El campeón paralímpico de la agricultura
Foto: Carlos Rodríguez Torres
Perder su mano izquierda con tan solo 20 años en un accidente en el Servicio Militar no le impidió pegarse al surco y sacarle los mejores frutos, porque como bien dice: «nuestras tierras siempre son buenas para algo; unas para tomate, otras para viandas, pero todas son aprovechables, lo que se necesita es voluntad y amor al campo.”
En las 36 hectáreas que trabaja en la Unidad Empresarial de Base (UEB) Pararrayo, del Valle del Yabú, en Santa Clara, no hay un pedacito de suelo que no esté sembrado o en fase de preparación, a la espera del momento exacto para plantar, pues sabe que cada minuto cuenta a la hora de producir la comida que necesitan los santaclareños.
A pesar de las limitaciones de recursos que enfrenta, como cada buen cubano busca alternativas viables para suplir fertilizantes, piezas para máquinas de riego o productos para combatir las plagas: la cosecha no debe detenerse y ese es su lema.
Quienes trabajan bajo su mando ya no lo consideran un jefe, sino un ejemplo: Michel es el primero que amanece entre los cultivos y quien despide el sol allí mismo, pero también es el amigo preocupado por la familia de todos, atento a cualquier problema, la primera mano solidaria que se extiende con ayuda y el primer abrazo de apoyo ante una situación compleja.
Y es que sus trabajadores son los más importante, y para ellos toda atención es poca, pues al decir de Michel: «un hombre solo puede conseguir fundas cosas, pero nada comparado con lo que podemos hacer cuando unimos unos cuantos brazos para convertir en realidad el sueño de cosechar la tierra.»
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