Si de verdad amamos la vida…
Las cifras de casos positivos en edades pediátricas continúan siendo alarmante en Cuba con un total de más de 3 mil contagiados desde que inició la pandemia, con dos fallecidos menores de cinco años.
Según datos ofrecidos este viernes 2 de julio en la Conferencia de prensa por el doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología, esta semana se reportó un promedio de 500 casos contagiados en menores de 20 años, de ellos 14 menores de 28 días y 186 lactantes.
Lamentablemente, la alta transmisión y las complicaciones de la enfermedad han provocado el deceso, en lo que va de año, de dos menores, además del tránsito de varios de ellos por las salas de terapia intensiva.
En Villa Clara el doctor Yandry Alfonso Chang, responsable del programa materno infantil (PAMI), dio a conocer que la provincia acumula más de 320 casos positivos de niños y niñas, y activos permanecen 109, cifras que indican que algo no anda bien.
Y es que la responsabilidad de los padres en muchos casos se ha resquebrajado, permitiendo que los hijos estén en lugares públicos como si nada estuviera pasando. Puedo asegurar que muchas de las madres y padres que eufóricamente clamaron por el cierre de las escuelas, son de los que hoy se hacen de la vista gorda porque ya no pueden retener a sus hijos en casa.
Por otro lado existen hogares donde varios de sus miembros trabajan, siendo ellos precisamente los portadores del virus y que por supuesto, no cumplen con los protocolos sanitarios establecidos.
Muchos hemos olvidado que no son tiempos de visita, ni de celebración y mucho menos de salir a la calle por mera costumbre.
Es cierto que ya estamos agotados de llevar un año y medio de encierro, de miedos, de cohibirnos de darle un beso a un ser querido, o de rechazarle la mamo a ese conocido que viene a saludarnos.
Pero más triste ha sido tener un familiar en un hospital sin poderlo ayudar, o perder a un padre, una madre, un abuelo, sin estar presente en su último aliento y solo quedarnos con el recuerdo del último día que lo vimos.
Todo esto nos tiene que hacer pensar que en medio de un rebrote de la pandemia, de cifras que ponen de punta los pelos, y de un huracán que nos viene encima, no puede haber espacio para el cansancio, menos para la negligencia y la irresponsabilidad.
Hay que sacar reservas de energías y esperanzas para continuar este camino que de seguro algún día acabará. Sobrevienen jornadas donde hay que multiplicar los cuidados para proteger a nuestros niños y niñas, a nuestras embarazadas, a nuestros ancianos, en fin, para protegernos todos, si de verdad amamos la vida.
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