¿Realmente queremos tener jardinería urbana?
Es algo conocido que el concreto, el asfalto y la geometría de calles e inmuebles crean un microclima de elevadas temperaturas en las ciudades, algo que afecta desde la ecología, la salud, hasta los consumos energéticos por concepto de climatización. De esta realidad no escapan los ecosistemas urbanos en los que viven millones de personas de todo el mundo, incluido Cuba.
Nuestra realidad en estos asuntos fue investigada por expertos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Las Villas y divulgada por Telecubanacán hace algún tiempo.
Un estudio que analizó la problemática que presenta Santa Clara, arrojó que los vientos que llegan al centro de la ciudad donde se contabiliza la mayor concentración de habitantes, comercios y centros de trabajo atraviesan antes los estacionamientos alrededor del estadio Augusto César Sandino donde absorben las altas temperaturas que prevalecen en el área.
La zona ha perdido su confort térmico producto de la desaparición de su cobertura vegetal por diferentes motivos. Desde eventos meteorológicos extremos, hasta la desaparición natural de ejemplares y no ha sido reforestada nuevamente, también ha decrecido el área dedicada a la vegetación que ha sido recubierta con asfalto o concreto por desatinos e improvisaciones de todo tipo
La revisión halló igualmente problemas con la repoblación de los árboles que han muerto en todas las avenidas de la ciudad; un punto aparte merece las podas periódicas a las que muchas de estas plantas son sometidas para evitar que sus ramas dañen cables energizados y líneas telefónicas
Un funcionario de Comunales, entidad que atiende estos temas, me aseguró en aquellos momentos que persistían muchas dificultades con el manejo de la jardinería urbana.
Apenas somos conscientes de que la vida en el planeta depende de un milagroso fenómeno: la fotosíntesis, durante la cual los árboles adquieren dióxido de carbono y entregan el oxígeno que respiramos.
El alimento de los árboles se produce en la copa, en su follaje, en las hojas, por eso se debe mantener intacta esta área de la planta tratando de no mutilarla o dañarla. Al quitar hojas, al mutilar, al desmochar, estamos haciendo un gran daño a estos organismos. Los biólogos nos enseñan que pierden la capacidad de producir su alimento, tampoco pueden generar oxígeno, los dejamos indefensos ante los rayos solares y entonces comienza una lenta muerte por asfixia y hambre que culmina cuando son quemados por el sol.
Esta es la complicada realidad que la mayor parte de los citadinos no comprenden, y solo perciben que los árboles desaparecen de calles, parques y avenidas y nadie se ocupa y preocupa por llenar nuevamente esos espacios vacíos. Sobre el tema de las podas, este controvertido y complicado asunto, regresaré en una nueva entrega.
Deja una respuesta