Profesión sin precio
¿Quién no recuerda a su primera maestra, al profesor recto que forjó nuestro carácter, al que nos ayudó a ser profesionales o simplemente mejores personas? El privilegio de contar con buenos docentes es común en Cuba, aunque el mundo y nosotros mismos lo cuestionemos a veces, en muchas partes constituye apenas un sueño.
Mientras que en países subdesarrollados miles de niños viven en la más absoluta ignorancia, en Cuba cada pequeño cuenta con una mano que lo guía por el mundo del saber. Al mismo tiempo que en otras latitudes se protesta ante la imposibilidad de estudiar, el precio de los libros o lo discriminatorio de las universidades, aquí, el único costo es la preparación y entrega incondicional.
La humana labor de nuestros maestros traspasa hoy las fronteras físicas del país y lleva las primeras letras a ojos ávidos de aprender. El método cubano de alfabetización “Yo sí puedo” alcanza valores universales cuando transforma su lengua inicial para llegar a más personas. La paciencia de muchos, profesores o no, deja su impronta educativa por doquier que transita un cooperante de nuestro país. Hoy nuestros maestros cuentan con más o menos recursos, el salario aun no es proporcional al papel social, más el amor que les prodiga un pueblo entero es inmenso, no existe un precio justo a pagar por tan digna profesión.
Deja una respuesta