jueves, 18 abril 2024

Futuro: la innegable connotación de un Sí

Si un nuevo Código de las Familias no es lo suficientemente importante como para motivar ese diálogo interior, mirémonos por dentro. Pero si apreciamos su dimensión, si nos despojamos de prejuicios para entenderlo, si nos sacudimos fanatismos y retrógrados conceptos, entonces el amor, los derechos y la inclusión serán razones suficientemente fuertes como para inclinarnos hacia el lado positivo de la balanza, y el Sí tendrá una nueva e irrefutable connotación: futuro.

Es increíble cómo, desde su brevedad, hay tras un Sí connotaciones que muchas veces nos sobrepasan. Probablemente digamos más síes en un día que los que después podamos recordar. En no pocos casos los utilizamos para ahorrarnos argumentos, para evadir conversaciones extensas, para tranquilizar a alguien y evitar consecutivas interrogantes.

Sin embargo, un Sí puede llegar a tener mucho más alcance. Responder afirmativamente también implica estar de acuerdo, tomar partido, asumir una postura.

Es posible, incluso, que vayamos más lejos, porque para los cubanos esa breve afirmación ha sido también simbólica, y asumida desde la perspectiva de nobles actitudes, del altruismo que llevamos en la sangre, del camino que no pocas veces nos ha tocado transitar a contracorriente.

¿Acaso no da nuestro personal de la Salud cada día un Sí al internacionalismo y a la solidaridad, cuando parte a países hermanos? ¿Acaso no da Cuba un Sí a la libre determinación de los pueblos cuando denuncia el bloqueo u otros actos de injerencia contra naciones libres? ¿Acaso no fue un Sí por la vida la decisión de miles de voluntarios que fueron a combatir la covid-19 a la zona roja?

Todo Sí debe levantarse desde las certezas, la confianza, la credibilidad, desde la justa interpretación de las cosas.

Pudiera alguien decir que un No también implica mucho de todo eso, y es cierto. Pero es en ese punto donde media algo mucho más poderoso: nuestra conciencia y nuestra capacidad de decisión. Solo esas herramientas, exclusivamente humanas, nos permitirán sopesar cuán oportuna o necesaria es una respuesta sobre la otra, cuánto puede dañar una y cuánto más puede beneficiar la otra.

Cuando se trata de decisiones demasiado serias como para ser tomadas a la ligera, lo que debe mediar entre el No y el Sí es un profundo ejercicio de pensamiento, desde la responsabilidad de entender, sin egoísmos, todo aquello que se está poniendo en juego.

Si un nuevo Código de las Familias no es lo suficientemente importante como para motivar ese diálogo interior, mirémonos por dentro. Pero si apreciamos su dimensión, si nos despojamos de prejuicios para entenderlo, si nos sacudimos fanatismos y retrógrados conceptos, entonces el amor, los derechos y la inclusión serán razones suficientemente fuertes como para inclinarnos hacia el lado positivo de la balanza, y el Sí tendrá una nueva e irrefutable connotación: futuro.


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