jueves, 28 marzo 2024

Cuando callar no es una opción

Cada 25 de noviembre se celebra el día de la no violencia contra la mujer. Pero la lucha por la plena igualdad de las féminas se logra con el actuar cotidiano.

Cada 25 de noviembre se celebra el día de la no violencia contra la mujer. Pero la lucha por la plena igualdad de las féminas se logra con el actuar cotidiano.

El silencio se convierte en un enemigo propio, ese silencio que por miedo te paraliza y te limita a actuar. ¿Cómo probar que ese compañero de trabajo te acosó a puertas cerradas si en tu cuerpo no quedó marca alguna? ¿Qué pensará el esposo si esa expareja vuelve una y otra vez a merodear sin que puedas detenerlo? ¿Quién creería que la lisonja del jefe sobre tu belleza y puesto de trabajo se vuelve grosería  si al final lo hizo parecer broma? ¿Cuántas veces a causa de la maternidad nos hacen sentir en el centro laboral, que estamos en desventajas con los hombres?

Conozco cada una de las respuestas a esas interrogantes, son nombres específicos y generales. Sé de mujeres que encarnan la respuesta a cada una de ellas en la Cuba de hoy, donde la violencia de género no es un flagelo social marcado, pero se mantiene en la conciencia popular donde la historia y las marcadas diferencias que se imponen a ambos géneros, tienen reflejo en las relaciones sociales y de pareja.

Calladas en su puesto de trabajo o a puertas cerradas, detrás del hogar aún se viven historias complejas donde la agresión sicológica deja tantas huellas como un buen puñetazo. En ese imaginario popular de las divisiones de las tareas de hombre y mujer también se ejerce un evidente machismo, ahí donde nos toca el rol más protagónico porque es lo que impone la sociedad. En esa subjetividad y en nombre de “lo que nos toca” muchos justifican la violencia.

Según datos de una encuesta nacional publicada en Cubasí ,en el año 2016, los cubanos aún consideran que la violencia tiene algún tipo de justificación por razones tan equívocas como si la mujer ha sido infiel o no cumplía las tareas del hogar. Lo peor en estas cifras está que piensan así un 77.6 % de los hombres y el 80.1% de las mujeres encuestadas.

Recurrente resultó como violencia más reconocida la sicológica, “incluyendo justamente los silencios, el ignorarla o desconocerla, los gritos, el limitarle la relación con amistades y/o familiares, y también amenazas, incluso de muerte o suicidio, o ambas.”

Sí, a pesar del evidente adelanto del rol de la mujer en la sociedad cubana, su emancipación, su posibilidad de sustentarse económicamente, la mentalidad y prejuicios aprehendidos y enraizados durante años continúan atentando contra ellas. Y son ellas mismas, en muchos casos, las que deciden callar porque al final “eso siempre ha sido así”, “nadie va a comprenderme”, “es un buen padre” o simplemente “me toca por ser mujer”.

Y hablamos de situaciones que a veces parecen insignificantes, de un maltrato hoy, de evitar ayudar en las tareas de la casa porque lo de él es buscar comida, de ceder a los deseos sexuales del esposo, aunque estén cansadas, de aceptar una infidelidad bajo la idea que es normal que un hombre lo haga, y esas cotidianeidades vienen arriba cual bola de nieve hasta convertirse en indetenibles.

Esa violencia la que no queda en cifras, pero sí en la mente también lleva una mirada introspectiva. Una concientización de todos los encargados de la educación del individuo, desde la casa y la escuela hasta los medios de comunicación. Lograr establecer con mayor precisión un marco legal con leyes que regulen cualquier tipo de violencia, también contribuye a su penalización y denuncia. Amar a alguien nunca puede ser sinónimo de sufrimiento.


Aliuska Brizuela Vega

Licenciada en Periodismo Licenciada en Periodismo por la Universidad de La Habana 2012. Editora del sitio web de Telecubanacán y amante de la literatura.

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