martes, 26 marzo 2024

Dos bombas, dos fechas, un mismo mes y un mismo objetivo

Un acontecimiento decisivo en el devenir histórico, económico y político de los años siguientes, definiendo las relaciones entre los dos grandes bloques en los que quedó dividido el mundo, con consecuencias que llegan hasta la actualidad.

Parecía no importar las consecuencias. Se cumplen 75 años de hacerse realidad aquella horrenda decisión. Dos bombas atómicas eran lanzadas a dos ciudades japonesas buscando el fin de una guerra que nunca debió comenzar. El mundo aun sangra y sufre sus consecuencias.

El lunes 6 de agosto de 1945 una brutal explosión borró del mapa la ciudad japonesa de Hiroshima. Estados Unidos había lanzado la primera bomba atómica de la historia, acción que repetiría tres días después en Nagasaki, forzando la rendición incondicional de Japón y, con ello, el final de la Segunda Guerra Mundial.

Un acontecimiento decisivo en el devenir histórico, económico y político de los años siguientes, definiendo las relaciones entre los dos grandes bloques en los que quedó dividido el mundo, con consecuencias que llegan hasta la actualidad.

En la primavera de 1945 Alemania nazi había sido derrotada, pero Japón resistía a pesar de los bombardeos continuos y que había destruido algunas de las ciudades importantes y se había cobrado cientos de miles de vidas. Y este fue el fin para su derrota.

Finalmente, el presidente de Estados Unidos firmó la orden el 3 de agosto para llevar a cabo el bombardeo nuclear.

Hiroshima fue la elegida, por su importancia militar. El 6 de agosto, un bombardero B-29 pilotado por el comandante Paul Tibbets -que lo bautizó como ‘Enola Gay’ en honor a su madre- despegó de la base aérea de la isla de Tilián, en el Pacífico, y puso rumbo a Japón.

Cuenta la historia que la tripulación, con excepción del piloto, desconocía que a bordo transportaban una bomba atómica, con el nombre clave de ‘Little boy’, y fue Tibbets quien les informó de esa circunstancia cuando se estaban acercando al objetivo.

La bomba fue lanzada a las 8:15 hora local, cuando el avión sobrevolaba el centro de Hiroshima, a casi 9.500 metros de altura, y explotó cuando se encontraba a unos 600 metros del suelo, liberando una potencia destructora equivalente a 16.000 toneladas de TNT. La temperatura en el centro de la explosión alcanzó entre 3.000 y 4.000 ºC y la destrucción fue prácticamente total en un kilómetro y medio. Unas 70.000 personas murieron al instante y otras tantas lo hicieron en las semanas siguientes a causa de las heridas y los efectos de la radiación. 

Japón sufrió un nuevo ataque el 9 de agosto. En este caso el objetivo era Korura, otra ciudad estratégica, pero la mala visibilidad esa mañana hizo imposible el lanzamiento por lo que el piloto, Charles Sweeny, tuvo que elegir de forma apresurada un destino secundario, ya que el avión no podía volver a aterrizar con la bomba a bordo.

Condicionado por la escasez de combustible, se dirigió a Nagasaki, que ni siquiera era uno de los objetivos iniciales, y poco después de las 11:00 horas soltó el proyectil, con el nombre clave ‘Fat man’, que explotó con una potencia de más de 20.000 toneladas de TNT, aunque dejó menos víctimas y menor destrucción que en Hiroshima, al encontrarse la ciudad enclavada en un valle.

Aun así, más de 40.000 personas murieron en el acto, la mayoría civiles, y la cifra aumentaría hasta casi el doble a finales de ese año. Fue la última ocasión en la que una bomba nuclear fue utilizada en un enfrentamiento bélico.

El efecto del ataque nuclear fue inmediato: el 14 de agosto Japón aceptó negociar incondicionalmente su rendición. La Segunda Guerra Mundial finalizaría oficialmente el 2 de septiembre, con la firma del Acta de Rendición a bordo del acorazado USS Missouri.


Eleonora María Flores Pedraza

Periodista Licenciada en Historia y Ciencias Sociales 1984, muestra interés por el periodismo y los problemas de la sociedad.

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