jueves, 18 abril 2024

Del crepúsculo del clásico: motivos para el fútbol

Tiempo atrás, el Clásico de la liga española configuraba los relojes del mundo a merced de la península ibérica. El éxito admitía dos rostros. Dos estilos. Dos colores del espectro. Durante 90 minutos recesaban los conflictos políticos y familiares. Nos sentíamos tan merengues, tan azulgranas. Nos acomodamos a la simplicidad de las razones para el fútbol.

El Madrid llegaba arrollador a la semifinal de Riad. El Barça, de una racha pírrica. La ventaja psicológica significa medio gol cuando Ancelotti puede darse lujos con los que Xavi sueña. Ancelotti orientó su juego a golpear pronto, con transiciones rápidas. Xavi arriesgó a jugadores que vuelven de la enfermería y apostó por resolver el partido en un quiebre, con un control repartido de las acciones.

El primer Clásico de Lionel Messi fue en octubre de 2005, cuando el rosarino tenía 18, una melena sobre los hombros y un regate de pocos amigos. Salió de titular. Dio una asistencia en el minuto ‘15 y fue sustituido en el ’75, dos goles de Ronaldinho después. Cristiano Ronaldo llegó desde Manchester en el 2009 después de perder la final de la Champions contra el Barcelona y de que el Madrid soportara un 2-6. El portugués tuvo que esperar a su quinto Clásico –después de 3 derrotas y un empate– para apuntarse su primera victoria contra el mejor Barça de la historia. Hoy el Barça sumó su sexto compromiso contra el Madridsin victorias.

Durante años, Cristiano o Messi, animaron este tipo de encuentros. El primer Clásico de la década pasada sin Messi y Cristiano ocurrió también en octubre, en 2018. Luis Suárez marcó un triplete que redondearon Coutinho y Vidal en una manita. Cristiano se marchó en verano a la Juventus y un Messi lesionado perdía las esperanzas de otra Champions. Los grandes atletas, el deporte organizado, tienen también motivos más simples de lo que parece.

El mediocampo del Barça tiene talento pero le falta la maestría de Kroos o Modriç. Vinicius Jr.  ya no es el chico que se pasa un partido fallando. Ni Benzema el escudero de Cristiano. Ni Luck de Jong, con suerte o sin ella, el primer candidato para dejar Ciudad Condal.

En el primer tiempo, el Madrid explotó sus maneras de llegar al arco. El Barcelona olvidó la banda derecha o algo distinto de los centros cortos. En el segundo, Ancelotti fue más paciente. Xavi no se guardó nada y Fati regresó para forzar la igualada de cabeza.

El primer encuentro (no oficial) entre el Barça-Madrid se celebró en un hipódromo y asistieron unos 2 mil aficionados. Un siglo después se convertiría en un evento deportivo con más de 500 millones de televidentes. Tal vez nunca deje de ser un buen partido, si se reconstruyesobre los motivos correctos. Pocos esperaba hoy un encuentro tan parejo, una prórroga, un gol de Valverde o un desempeño a la altura de hombres que llevaban meses sin jugar.

La liga de las estrellas dejó caer su hegemonía ante Inglaterra e Italia. Le rentó a Arabia Saudita el derecho de Supercopa. Hipotecó su futuro a los fondos buitres. En unos años, la Liga pasó del romanticismo al pragmatismo.

El Clásico sobrevive al peso de su propio legado, pero anochece, en Arabia, para el imperio del fútbol español.


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