martes, 26 marzo 2024

Samuel Urquía, la vida en palabras

Transita por los pasillos de la CMHW como si fuera su propia casa, y al parecer lo es: una casa ficticia donde a diario se topa con situaciones y personajes de todo tipo cada vez que ingresa al estudio de grabaciones del Dramático. Así me lo encontré, colmado de trabajo, pero dispuesto a conversar sobre lo que más le apasiona, y qué mejor escenario para ello que la Reina Radial del Centro.

Samuel Urquía prefiere no tener morada fija, entra diariamente sin pedir permiso a miles de hogares villaclareños y siempre es bien recibido. Su voz, cálida y grave en extremo, penetra en el oído de la abuela que cada mañana escucha la novela mientras inicia sus labores cotidianas, o en el del noctámbulo que prefiere un sonido melancólico y romántico cuando se acerca la madrugada.

«En mi familia nadie pertenecía al sector artístico. Entre los amigos solíamos grabarnos en un pequeño equipo que teníamos y siempre me decían que era el mejor que me escuchaba. Parece que empecé a creérmelo y la mamá de uno de ellos me avisó cuando escuchó la convocatoria para locutores en la futura emisora Radio Caibarién. Una vez pasé, quizás en 1981 o 1982, por donde se construía esa emisora –lo supe por el cartel que estaba en la cerca- y eso me motivó también. Me presenté a la convocatoria en 1983 y me aceptaron, eso fue en Camajuaní».

La primera vez ante un micrófono…

«Fue aquí en la W, durante el curso de formación de locutores que comenzó en noviembre del año 83. En el estudio central tuve la responsabilidad de sentarme a leer un boletín de noticias yo solo. Incluso, no sabía cuándo tenía que comenzar a leer o si me hacían una seña. Me dijeron: «cuando el bombillito rojo se encienda, empiezas a hablar», y yo leí el boletín aquel con más deseos de terminarlo que otra cosa.

«Ya de manera profesional recuerdo mi paso por Radio Caibarién. Soy fundador de esa emisora, la CMHS, desde el 27 de agosto de 1985. Aquel curso fue impartido por Alfredo Iturria y Franklin Reinoso quien influyó mucho en la formación de los locutores que inauguramos Radio Caibarién. Allí nos pasamos un buen tiempo antes de que saliera al aire. Estuve trabajando en La Voz de la Villa Blanca por casi dos años, hasta que el 1 de agosto de 1987 retorné a la W».

¿Cómo controlar las emociones en las coberturas más difíciles?

«Cubrí muchos momentos de tristezas y alegrías. Relacionado con Caibarién, por ejemplo, se transmitió en cadena provincial, el momento justo del empate del pedraplén a Cayo Santa María, cuando habló Orlando, el jefe del Contingente Campaña de Las Villas, desde la otra punta. Cruzamos en medio de aquel lodo y aquellas grandes piedras que fueron tiradas cuando las dos puntas del pedraplén estaban a tres metros de distancia y pudimos transmitir ese momento en vivo.

«Pero también viví momentos tristes, como el paso de la caravana con los restos de Fidel hacia Santiago de Cuba en 2016. Me tocó estar en la Plaza de la Revolución de Santa Clara en horas de la noche. Narré para dos líneas de transmisión, una para W y otra para Radio Progreso en cadena nacional, y fue un momento muy difícil. Hay fotos donde incluso me veo con lágrimas en los ojos.

Los espacios informativos han dejado una importante huella en su vida profesional, aunque actualmente no forma parte de ellos…

«Sí, he participado en todos los espacios informativos, aunque me dedico básicamente a la narración de dramatizados, pero eso no quiere decir que no haya hecho otros espacios; ya te contaba mi paso por Patria, suplencias en Radio Revista W, el noticiero En el Centro

«Cuando comencé aquí en W hacía los dos noticieros. Había uno a las 11 y 45 de la mañana y otro a las seis de la tarde, que no se llamaba En el Centro en aquel momento. También había boletines informativos de diez minutos en las tardes. En estos momentos no soy el titular de los espacios informativos, pero cuando me llaman nunca digo que no, siempre que puedo lo hago».

¿Por qué prefiere los espacios grabados, tal vez la comodidad a la hora de trabajar?

«Indudablemente un espacio grabado es más cómodo. Todos los dramatizados son grabados, igual sucede con Melodías de Siempre, y Hacia la Medianoche, las menciones y promociones también. Actualmente todo lo que hago es grabado. Siento menos presión, pero no quiere decir que le huya a esos espacios en vivo, lo que pasa es que hago los que me gustan pero que son grabados, y que no me dan mucho tiempo a hacer otros programas en vivo».

¿En los programas en vivo, alguna vez ha cometido errores y cómo los ha enmendado?

«Cometí muchos errores, todos los días los locutores lo hacemos. Recuerdo en una ocasión cuando los boletines se leían en papeles, los cuales se reciclaban dentro de tres meses y se imprimían nuevas noticias en la otra cara, una de las hojas no la viré y me quedó entonces la información vieja, cuando estoy leyendo en vivo aquello, me doy cuenta de que esa noticia no la había revisado. La suerte fue que no era una nota relevante y pude seguir con la otra. Ese es uno de los errores, pero se cometen siempre, por eso el locutor debe prepararse sistemáticamente, para lograr salir de ellos y que el oyente no se de cuenta.   

«A veces uno se equivoca en una cifra y no es tan significativo, pero cuando se trata de figuras, de personalidades, hay que rectificar, porque siempre alguien se percata de que algo pasó, y debemos trabajar para esa persona que está mejor preparada y es capaz de identificar un error, pero siempre de una manera elegante, defendiendo la posición y credibilidad de la emisora».

Después de tantos años de carrera, ¿aún afloran los nervios cuando se para frente a un micrófono?

«Eso siempre va a pasar, aunque debemos saber controlarlo. El locutor que no sienta ese temor por romper el hielo de pararse frente al micrófono, mucho más cuando es frente a público donde hay cientos de personas pues no es artista. Eso lo he conversado con otros colegas, actores de más experiencia coinciden en que hay que saber sobreponerse. Es normal que ocurra en el locutor cierto temor. El temor no te puede vencer, tú tienes que vencer ese temor».

Ama su trabajo en el Dramático, el cual le ha dejado grandes experiencias, ¿cómo es el día a día dentro de este reconocido grupo?  

«Comencé a trabajar en el Dramático en 1990 aproximadamente. Cuando se jubila López Navarro asumo la Novela Cubana y Acción 840, el espacio de aventuras y policíacos que hago desde 1994 sustituyendo a Aramís González. Los dramatizados tienen su público, a mí me gustan mucho las novelas que requieren de una narración más romántica, tiene menos acción. En la aventura el locutor va por situaciones menos profundas que en la novela, es más pragmático. Me gustan las dos, la parte reposada de la novela con sus escenas de amor, pero también la emoción, la acción que se le imprime a una escena donde hay una bronca, donde ocurre algo más dinámico y te conviertes en un actor más dentro de la trama».

i samuel urquia vanguardia

Los premios en la carrera de un artista son secundarios. De todos los que ha obtenido, ¿cuál considera más importante?

«Premios tengo varios, no voy a decirte la cifra pues sería un poco inmodesto. Aunque constan en mi currículo, no me gusta hablar de eso. Quizás el más importante es el Violeta Casal, que se otorga solo a un locutor del país en el año. Cuando lo obtuve en el 2014 me sorprendió a tal punto que cuando me llamaron creí que se trataba de una broma.

«Prefiero hablar del primero de todos que fue estando en Radio Caibarién, un programa relacionado con el paso del huracán Kate por ese municipio y la posterior visita de Fidel. Fue Gran Premio en el Festival Nacional de la Radio en 1984 y lo recuerdo con mucho cariño».

¿Es de los que utilizan un “lenguaje de salir y otro de andar”?

«El locutor es un patrón del empleo correcto del vocabulario, pero en la calle o cuando estoy en una cola yo no tengo la misma dicción, porque me van a ver un poco raro. En la calle trato de buscar una media quizás no a la altura de cuando estoy frente al micrófono, pero sin llegar al modo populachero. Algunas personas toman de ejemplo la expresión del locutor, claro que, en la radio, la dicción debe ser perfecta».

La sencillez para un artista es de vital importancia, eres un ejemplo de ello pues lo conocen muchas personas en Santa Clara. ¿Cómo son las relaciones con los vecinos y amigos?

«Me conoce mucha gente porque oyen la radio. Cuando yo trabajaba en Planta Mecánica me conocían menos personas, pero yo soy el mismo de cuando trabajaba en el taller ocho como fresador. Saludo a todo el que me para en la calle, igual si voy apurado.

«Converso con todo el mundo, y al que pueda ayudar, lo ayudo. Muchas veces me piden un saludo o poner un clasificado en la emisora y con gusto los complazco, me gusta tener buenas relaciones con los vecinos. En Camajuaní, mi tierra natal, tengo muchas amistades, algunos son como hermanos y siempre que puedo regreso a visitarlos. Yo soy presidente de mi CDR, aunque a ese cargo llegué por casualidad, cuando la compañera que asumía esa tarea enfermó y más nadie quiso el puesto, pues la organización actualmente no cumple con sus funciones iniciales, y trato desde el barrio lograr una armonía atemperado a los tiempos actuales». 

Su esposa forma parte también del grupo dramático de W, ¿el amor entró por la radio?

«Mi esposa Mary Fefi Roché es actriz y asesora, y sí, el amor entró por la radio. Nos conocimos aquí, tenemos una hija de 15 años que estudia en el preuniversitario y claro que es una de las fortunas que me ha dado trabajar en el Dramático. Además, tengo dos hijas mayores que viven en Caibarién».

A pesar de las dificultades y retos que enfrenta la radio cubana hoy, podemos afirmar que la locución es su pasión.   

«La radio se ha ido degradando. Cada vez es más difícil encontrar esos locutores clásicos que siempre ha tenido nuestro país. En las selecciones se ha bajado un poco la parada porque los mejores que encontramos no llegan.

«Hay sectores más atractivos como el Turismo y para allí se nos van. El salario no es suficiente, por ejemplo, para un locutor que trabaje en las madrugadas.

«A pesar de todo, la radio es mi pasión, no dudo en decirlo. Incluso me sacrifico por la radio, dejo de atender cosas en la familia que después me lo critican un poco. Me siento bien dentro de estos estudios, a veces más bonitos o más deteriorados, pero indudablemente disfruto lo que hago y creo que he tenido mis recompensas».


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