Que nadie deje de creer y crear
Un libro, una película, el concierto ofrecido vía online y luego transmitido por la televisión, constituyen remedios que amasan, pues la vida sin arte no tiene sentido y en ocasiones, aunque parezca invisible, está ahí y es esencial. Nada hará que se deje de creer.
Para los artistas no hay parada. Por eso en Manicaragua, este pedacito de tierra villaclareña, imagino a los intérpretes Maritza Llerena, Robertico Jiménez, Anabalia, Reinier Chirino entre nota y nota del próximo arreglo musical, a la payasita Lily, a los muchachos del grupo teatral Cubiche o a la funcionaria de Cultura e Instructora de Arte Yeny Sosa concibiendo el espectáculo infantil, el montaje del cuento de Alfredo Delgado o la coreografía para su grupo danzario, respectivamente.
El reto es imaginar al público en la Galería, Casa de Cultura, Boullevar u otro especio alternativo. Es lógico que echen de menos a sus seguidores, pero cuando se regrese a la normalidad, la música, el teatro, la danza se reencontrará en la complicidad público artista.
Sin dudas, la paleta, pinceles y espátula de Ramón Fuentes no reposan y frente al lienzo, el abstracto o paisaje pendientes cobran vida. Mientras, Ernesto Martí, el poeta de Antares, no esquiva la métrica de los octosílabos de su espinela o rebusca la metáfora apropiada para los últimos versos.
Así nuestros artistas saltan estos días. Y aunque les duela la espalda u otra parte abstracta del cuerpo, permanecen en confinamiento pero sin dejar de crear, haciendo arte para regalárnoslo cuando los tiempos impuestos por la epidemia lo permitan.
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