Un servicio farmacéutico de excelencia

En la unidad solo dos trabajadoras laboran en el pequeño inmueble que fue un apartamento familiar; pese a lo reducido del lugar y las inquietudes que genera el déficit de medicamentos, la información oportuna a los clientes, la atención esmerada de la administradora Tania Mollinedo y la dependienta Noelvis Vivero, son sellos distintivos de estas dos farmacéuticas.
En la farmacia comunitaria que se distingue por cumplir su plan de ingresos en el año, ya forman parte del laborioso colectivo los cerca de cincuenta activistas voluntarios, personal de la comunidad que en medio de la crisis generada por la pandemia, llega a los hogares para la distribución oportuna de los medicamentos a las personas vulnerables o con enfermedades crónicas. De esta manera no solo se facilita a la población aislada la adquisición de los medicamentos indispensables para la atención a la salud, sino que se evitan las aglomeraciones en la unidad.

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