martes, 26 marzo 2024

60 años de animados cubanos: Un maúser flamante, dos bandas de vampiros y una campista destacada

El mapa de nuestra vida está surcado por dibujos animados, series y películas. Lo que vemos y oímos va marcando recuerdos. Cuando te levantabas y no buscabas el olor a café, sino el televisor para ver que animado ponían en Buenos Días. Cuando llegaban las vacaciones y te levantabas temprano solo para ver los muñes. De cuando tus preocupaciones giraban en torno a si Fito en Elpidio Valdés por fin tendría su máuser flamante o si a Chuncha el salidero en la llave la dejaría dormir.

El 15 de enero, los Estudios de Animación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) cumplieron 60 años. Algunos de los mejores animados que vimos en nuestra infancia se los debemos a ellos, los caricaturistas, dibujantes y guionistas culpables de alguna que otra frase que todavía hoy repetimos sin pensar, como “¡Alabaooo!” o “¡Mientes!, rata inmunda”.

Los animados nos enseñaron el mundo mucho antes de que pudiéramos verlo por nosotros mismos. Uno sabía desde pequeño identificar a un mambí, un vampiro o una cederista. Después fuimos creciendo y esos personajes que creíamos olvidados comenzaron a salir en reuniones de amigos que siempre acaban sacando la nostalgia cuando llega la madrugada.

De esas frases que te encuentras repitiendo en una de esas noches, mientras te ríes a carcajadas para no sentirte tan viejo, sacamos nueve, ni las únicas ni las mejores, solo nueve que, hace unas noches, recordamos

1. Elpidio Valdés

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Si algo nos llevamos del mambí son las frases. “¡Eso habría que verlo, compay!”, con la que finalizaban la mayoría de sus episodios, es probablemente la más icónica. El “puré de talco” o “picadillo” en “la próxima aventura”, hasta el “¡pártelo!, Jabao”, puede que sean de las primeras “amenazas” que aprendimos en la vida. Todo un arsenal del que los cubanos echamos mano en cualquier circunstancia.

2. Chuncha

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El mítico “¡Alabaooo!” que sucedía siempre que Chuncha estaba en problemas está grabado a fuego en cada subconsciente cubano. Esta creación de Gaspar González nos dejó uno de los primeros versos que nos aprendimos en la vida y que aún resuena de vez en cuando en intentamos rimar: “Machete rima con lima, riman la grúa y el gancho, pero no rima el campismo con la barriga de Pancho”. A “la campista más destacada” le debemos estar siempre preparados.

3. Cecilín y Coti

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Al igual que Chuncha y Elpidio Valdés, Cecilín y Coti nacieron como una historieta. Su creador, Cecilio Avilés, es uno de los mejores dibujantes cubanos y tiene casi 20 álbumes de historietas publicados. Aunque esta serie posee solo cinco capítulos, la frase “¡qué pescado más flaquito!” y el coro de “trencito que recorres los caminos” atormentó a más de un vecino, que tuvo que escuchar tu canto desafinado, que allá, cuando todavía no tenías vergüenza, podía durar horas.

4. Matojo

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“Yo no le hago caso a lo que dice esa vieja”, es quizás de las frases más pegadizas de este animado que recrea los juegos de Matojo, Igor, Iván, Patricia y el perrito Lucas. Creado por Manuel Lamar Cuervo (Lillo), hizo su aparición en las páginas de Palante durante los años sesenta y posteriormente en la revista Zunzún. Consuelito Vidal es quien le dio voz al personaje de Matojo. 

5. Vampiros en La Habana

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De Juan Padrón también es este filme que no solo vimos en casa, sino que nos pusieron en algún que otro receso en la escuela. “Oye, el de la cornetica, ¿tú no trabajas por la mañana, mijito?” y “rey del mundo” son dos de las frases que nos dejaron estos vampiros caribeños. 

6. Guaso y Carburo

Guaso y Carburo

Creados por el humorista Luis Arturo Castillo Barzaga, son dos perros que resuelven problemas y actúan como detectives. La historieta recrea la lucha de estos dos personajes contra los tres ratones que siempre quieren robar o destruir algo. Hasta el momento, se han hecho 12 cortos de animación.

7. Fernanda

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La pequeña detective de las motonetas surgió gracias al talento de Mario Rivas. “Fernanda, mi socia”, es de esas frases que todavía retumban entre los cubanos. Sin dudas, una serie de detectives da tela por donde cortar, para todas las edades, y más aún si se le suman las peripecias de estos personajes.

8. Capitán Plín

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El Capitán Plín, un gato verde acompañado de su sable, sus botas, capa y boina roja, defensor de la Isla del Coco, que vive enamorado de la gata Fénix y trata de salvarla de Rui la Pestex. 

9. Los valientes

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“¡Mientes!, rata inmunda” es la frase más popular de estos ratones. Sí, en el capítulo donde intentan robar el huerto escolar. Con diseños de Jorge Oliver y dirección de Juan Padrón, es uno de los animados más populares para cubanos de diferentes edades. “Yo vine embarca’o, guardia. Me trajo este que es un antisocial” y “tú ve’, por tu culpa” –respondida con “eh, ¿culpa de qué?”– son parte de la disputa entre las ratas.

Cecilio Áviles y el encanto de un niño y su cotorra

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La serie contaba las peripecias de un muchacho y su cotorra, que se enfrentan a delincuentes y otros elementos antisociales.

Cecilín y Coti leales compañeros, cantan a la vida con fraternidad… y las aventuras y sus travesuras, luchan por que riñe la felicidad…

En 1979 salió a la luz una serie de historietas, convertidas después en dibujos animados para el cine y la televisión. La serie contaba las peripecias de un muchacho y su cotorra, que se enfrentan a delincuentes y otros elementos antisociales.

Cecilín y Coti son parte de la niñez de muchas generaciones de cubanos, y aunque fueron pocos los capítulos que se hicieron para la televisión, bastaron para que su creador, Cecilio Avilés, enviara sutilmente mensajes educativos a todos los niños de casa.

Hoy, con motivo al aniversario 60 de los Estudios de Animación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), publicamos una entrevista que le concedió a Cubadebate.

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Cecilio Áviles ama a los niños. Foto: Archivo.

– ¿Por qué elegiste entre todas las manifestaciones la plástica? ¿Hay algún pintor en la familia?

– En mi familia hay músicos, pero artistas de la plástica, no. Escogí esta profesión, primero, por la vocación. Cuando tienes una vocación sobre algo, lo manifiestas conciente o inconcientemente.

Tuve la suerte de trabajar y estudiar con muchos profesores, pero todos tenían una discrepancia, querían que me dedicara a la pintura más tradicional, a la que está en las salas expositivas y en espacios generalmente reducidos. Yo prefería la gráfica, es decir, la escritura, la historieta, el afiche. Intuitivamente, anhelaba tributar a algo desde el punto de vista social. Por eso, escogí a los niñas y los niños.

No es lo mismo la idea que te puede dar una pintura o un cuadro, que son polisémicos y tienen mensajes subliminales. La caricatura o la historieta tiene que ser precisa; por eso, en el periodismo y en propaganda se emplean tanto.

Le aclaraba a mis profesores que yo también quería hacer plástica. Tenía una formación académica de lo que son los medios masivos; fui acorralando este aspecto primero, y después pase para el otro.

– ¿A qué se debe el afán de superarte constantemente?

– Las aspiraciones que tenía eran bastante complejas, requerían de una capacitación. En este sentido, escogí algunas carreras en la universidad como Historia del Arte, para tener un bagaje más amplio de lo que es la cultura artística propiamente. De esa manera fui concatenando una serie de elementos que me hacían falta para superarme, para transmitir en el producto que hacía un nivel de claridad, de responsabilidad.

Tuve la suerte de comenzar a trabajar profesionalmente con un colectivo muy lindo en el Semanario Pionero. Con todas las ilusiones que tenía, caí en un espacio donde habían magníficos profesores, Lorenza, Roberto Alfonso; personas que tenían disposición de enseñar y aprendí mucho con ellos.

Como era una publicación dedicada a los niños tenía que buscar siempre cosas atractivas. Por eso opté en la parte de la caricatura gráfica lo que es la historieta propiamente.

– ¿Cómo surge la idea de Cecilin y Coti?

– Ellos son el vehículo efectivo para transmitir todos esos anhelos y esperanzas. Surge el nombre porque en esa etapa, mi esposa de entonces estaba embarazada y todos me preguntaban si quería que fuera hembra o varón. Padroncito, Oliver y una serie de amigos y hermanos me decía, ´no te preocupes, va a ser varón, va a ser un Cecilin´.

Iba a quererlo igual, no importa el sexo. Pero el hecho de pensar que fuera varón me sirvió para hacer una serie de historias y para transmitir aspectos patrióticos, de política cultural, más ese encanto que tiene la historieta. Tienes a un personaje que se va identificando con su público.

Pensaba que eso iba a durar poco. Pero las encuestas dijeron que no, que había que mantenerlo. No obstante, Padroncito y Oliver se equivocaron, porque mi esposa tuvo una hembra.

– ¿Como ha sido la experiencia de dirigir cine de animación?

– En esa tarea conté con la ayuda de Juan Padrón. La historieta tiene su encanto. El lector puede buscar un fundamento de acuerdo a lo que esté leyendo. En el dibujo animado es parecido, pero tiene más dinamismo.

– ¿Qué significan para usted Cecilín y Coti?

– Cecilín y Coti es la vía más fácil para expresar lo que quiero. En cualquier encuentro llegan personas y me dicen que se identifican con la historia. Eso me engrandece y enorgullece. Es un compromiso; cuidar esa imagen para que no traicione la admiración que sienten por el personaje.


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